jueves, 17 de noviembre de 2016

Te deseo - Víctor Hugo

Víctor Hugo: (Besanzón, 26 de febrero de 1802 – París, 22 de mayo de 1885). Su vida estuvo unida a la necesidad y la disciplina de escribir, actividad que se imponía, y de la cual salieron poemas, novelas, obras teatrales y una extensísima obra epistolar.


Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro

Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.


Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.


Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.


Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Estación Seclantás

“La verdad lleva muchas máscaras
para enseñarnos a no confundir
las apariencias con la realidad”
Kenneth Meadows

Insisto, los mapas tienen la función de ayudarnos pero no describen lo que podemos encontrar ni nos preparan completamente para ello. 


Al despertar, el mapa reflejaba otra mirada de la realidad vivida la noche anterior pues, el sol alumbrando y calentando nuestros pasos, le dio un significado alentador al desencanto del viaje.
Entendí, caminando en grupo hacia el río que sólo significaba que hacvemos que las cos tengan sentido para nosotros de una manera determinada y que esta manera puede variar.
Y así, fue el día de acampe en el municipal de Seclantás: risas, compromiso con el otro, guitarreadas, juegos y comunión.


Con Martín, nos tomamos nuestro tiempo para reflexionar y conversar de lo sucedido y justamente, poder sacar nuestras conclusiones de los actos sentidos de la jornada previa a la intervención en las escuelas.
La noche, ya con la mirada puesta hacia las comunidades y al porvenir, se cerró tirados en un campo de juego, observando al telón de estrellas y sintiendo la alegría, de estar vivos.

Próxima Estación, Luracatao

jueves, 3 de noviembre de 2016

Estación viaje a Seclantás

Que tus oídos escuchen la música,
Que tus ojos lean las notas,
Que vibres la energía del ser…

El viaje, se hizo soportable a pesar de la cantidad de horas, junto a Martín y Andrea, compartimos los asientos junto a lo estudiantes, mientras que los directivos y demás docentes, iban en la parte inferior del bus. 

En esa relación, se manifestó el primer sentido del viaje, justamente en la relación con personas desconocidas hasta ese momento y con las cuales íbamos a transitar gran parte de los siguientes días.
De esta manera, llegamos a Salta capital, pasadas las 17 horas y embarcamos en camiones y combis hacia el Valle de Seclantás.
El camino, en esta oportunidad, hizo tambalear la humanidad de gran parte del grupo: las curvas y contra curvas de montaña, hicieron su efecto.
Pues, el mapa, en esta ocasión, que está para ayudar y no para limitar, nos ahogó en nuestras propias angustias, mentales y corporales. Los mapas, justamente, son parte del todo y pueden no tener en consideración ciertos puntos significativos en el viaje.
Por ejemplo, no nos señalará si una superficie es lisa o con baches, si hay un límite de velocidad o peligros especiales y sobre todo, un mapa no nos señala las emociones y vibraciones que vamos a percibir en el transcurso de la carretera.
Así, finalmente, llegamos cerca de las 22 horas al camping municipal de Seclantás y cuando la armonía iba a restablecerse en el grupo, se vivenció un torbellino de inquietudes e incertidumbres: una compañera, que padeció el viaje casi desde el inicio, temblaba acostada en una mesa y el egoísmo general fluyó en el aire por las habitaciones disponibles. ¿La miseria? es culpa de los hombres miserables.
Nadie, en ese momento, se ocupó de la estudiante y todos (me incluyo) se olvidó del otro. Es cierto, en nuestro grupo, percibimos lo acontecido, pero no tuvimos la fuerza necesaria para remediarlo o para cambiar el destino de la joven. Todo, en esos momentos, fue un caos.

Próxima Estación, Seclantás