Esta publicación pertenece a seis pares de relatos con sus respectivos títulos, divididos en "Cuerpo" (la experiencia) y "Alma" (el contrapunto emocional). Este relato, pertenece al primer bloque de un libro que nunca dejo de escribir: “Viajes del cuerpo y del alma”. Cada capítulo-par es una unidad que dialoga entre el afuera y el adentro.
Cuerpo
La guardia del hospital olía a
desinfectante y espera.
Dormí sentado, o algo parecido.
Los gritos venían de cuartos que no vi,
y la luz nunca se apagaba.
Una enfermera me dio un té sin azúcar
y me preguntó de dónde venía,
como si eso explicara por qué yo estaba ahí
sin fiebre, sin herida,
solo con hambre y una mochila.
Dormí poco.
Desperté con un niño mirándome fijo.
No dijo nada.
Pero me sonrió como si yo fuera parte de su cura.
Alma
Esa noche me pesaba el cuerpo.
No por el cansancio, sino por la soledad.
Las urgencias ajenas me atravesaban,
aunque no me doliera nada.
Dormir ahí fue aprender a callar.
A ocupar espacios sin molestar.
A mirar a los ojos sin entender el idioma.
Y ese niño,
con su sonrisa muda,
fue la medicina que yo no sabía que necesitaba.
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