sábado, 14 de septiembre de 2013

Abra del Acay en Bicicleta

El abra del Acay, o también conocido como "nido del viento blanco", se encuentra ubicado en el Departamento La Poma, en la provincia de Salta, en la región noroeste de la Argentina. Por este paso de montaña corre la mítica ruta nacional 40, la que alcanza allí —en el km 4601— su punto de mayor altitud: 5061 msnm (16 604 pies),1 en las coordenadas geográficas: 24°26′″S66°14′″O.


A fin de preservar un ambiente natural representativo de la alta montaña y de gran belleza paisajística, fue declarado como Monumento natural provincial por ley nº 6808.
Se lo considera el paso carretero más alto del mundo sobre una ruta nacional. No existen dudas al considerarse el más alto de los hemisferios Sur y Occidental. En los Himalayas, se han postulado otras carreteras que rivalizan por ese título, aunque aún no hay certezas sobre alguna que supere al Acay.
La pretendida carretera del Karakórum, la cual conecta China con Pakistán a través de las montañas del Karakórum atravesando el paso de Khunjerab al poseer una altitud de 4693 msnm (15 396 pies) es de una altitud inferior al del Acay, aunque, al unir dos países, la hace la más alta carretera internacional.
El abra del Acay es el punto más alto de la mítica Ruta Nacional 40, la más famosa de la República Argentina por recorrer su territorio longitudinalmente, iniciándose en La Quiaca, Provincia de Jujuy hasta el cabo Vírgenes, Provincia de Santa Cruz, con una extensión total de 4874 km
Este paso es un hito de altura; se construyó en la década de 1960, iniciándose los trabajos en el año 1957. Se inauguró el 8 de julio de 1960 luego de tres años de construcción, enlazando las planicies de la puna con los valles Calchaquíes. Para ello se siguió el trazado del antiguo camino inca, el mismo que se recorrió en las expediciones de los conquistadores Diego de Almagro y Juan de Matienzo, faldeando las laderas del Nevado de Acay.

Fuente: wikipedia.org

Se considera como carreteras más altas del mundo a las rutas pavimentadas o caminos consolidados de uso público que se utilizan para la comunicación de dos o más localidades o parajes, y en la que un conductor promedio pueda transitarla con un vehículo normal sin requerimiento de equipos especiales de alta montaña.
La misma debe encontrarse
·         En constante mantenimiento;
·         Correctamente demarcada y señalizada;

·         Habilitada para el tránsito de vehículos livianos y/o pesados.

Ruta 40 en Bicicleta: San Antonio de Los Cobres - La Poma

“ Las únicas cadenas que te dan libertad son las de la bicicleta” 

Después de dos días en San Antonio de Los Cobres, en donde reposamos nuestros huesos y disfrutamos de un asado al costado del río, nos tocó el momento de partir al punto más alto de América.

Sin dudas, nuestro desafío y nuestro anhelo desde que planeamos el viaje a mediados del 2012. La cuesta, el sacrificio, la falta de aire, el cansancio y el viento, nos esperaban en 45 kilómetros hasta la cumbre del Abra del Acay.

Y entre tanto entusiasmo, salimos de la ciudad y equivocamos el camino. En vez de doblar hacia la derecha y orientarnos hacia el sur, continuamos por la carretera y a 10 km. nos percatamos que no era tramo correcto.


Entre risas y abrazos, retrocedimos y pedaleamos hacia la ruta 51 que, millas adelante, retomaba la mítica 40. Por entonces, decidimos ir haciendo paradas cada 10 km para relajar las piernas, despejar la mente e hidratarnos.

La pendiente promedio de la carretera es de aproximadamente 4.5% y la reducción de oxígeno debido a la altura hacen de éste un cruce difícil tanto para vehículos como para las personas que la transitan.

En las pausas, nos alentábamos y conversábamos de lo duro que se iba poniendo el camino. Principalmente, la falta de aire, era el tema en cuestión. El “negro” Luna, picaba en punta. “Pechu” lo secundaba en todas las cuestas. El “negro” Niggli, fue el que más sufría el apunamiento. El “poli” con su jirafa, iba a su ritmo pero siempre mirando el horizonte y el “tero”, nos apoyaba en todo momento.  

Y así fue, en esa escala, que llegamos a la cima del Abra del Acay. Aún, se nos es difícil explicar las sensaciones que de nuestros cuerpos brotaban. Alegría amesurada, puede ser una definición que no abarca todo lo acontecido.

En wikipedia, se puede leer “Si bien son muchos los ciclistas que se animan a realizar esta travesía (cicloraidismo o ciclismo de altura), esta se torna dificultosa debida a sus subidas abruptas y fuertes vientos que se originan durante todo el año”.


Luego, de un descanso, unas cientos de fotografías para archivar el momento para la prosperidad y nos embarcamos al descenso. Dicho tramo, de camino consolidado, este tramo de la Ruta Nacional 40 no se encuentra pavimentado siendo apto sólo para vehículos todo terreno, a excepción de algunos meses del año en que las condiciones meteorológicas y de mantenimiento permiten el tránsito de vehículos normales (4x2).

El tráfico que la atraviesa es prácticamente nulo. Nosotros, cruzamos 3 autos en la cuesta y 2 en la pendiente. En épocas de lluvia existen deslizamientos de tierra que dificultan el paso de los vehículos pudiendo cortar la ruta en varios puntos quedando intransitable temporariamente.

Este camino de montaña de gran altitud es una ruta sinuosa, trazado al borde de precipicios; durante el recorrido, bajamos a unos 65 km/h. Y por tramos,  atravesamos pequeños ríos y, en invierno, el intenso frío y las nevadas hacen su paso algo complicado.


Luego de llevar sobre las piernas 70 km recorridos, nos sentíamos un poco abatidos. Porque la dulce pendiente fue sólo de 20 km y los restantes hasta La Poma, alternaban entre pendientes y descensos. A lo que se sumó el frío y el viento.

Cerca de las 19 horas, rodamos la plaza del nuevo pueblo. Ya que La Poma, sufrió un terremoto y los lugareños, se trasladaron unos kilómetros para dar inicio a una nueva vida.

“Uno de los parajes más conmovedores del Valle Calchaquí superior. La Poma fue destruida por un terremoto en la década del ’30 pero más tarde se reedificó en parte. Para prevenir el efecto de posibles temblores, muchas de las casas de adobe están apuntaladas con sólidos arbotantes. A 2 km se levanta La Poma nueva.

El pueblo está contenido por imponentes cerros y los Volcanes Gemelos, en medio de un gran valle. Los senderos se salpican por rebaños de ovejas y llamas, y en las serranías se alzan enormes y solitarios cardones.


No lejos de La Poma, en el paraje Campo Negro, el río Calchaquí ha horadado una roca y corre por una galería natural (formado seguramente por la lava volcánica de otros tiempos) dentro de la cual se han formado hermosas estalactitas. Este sitio increíble de variadas formas y colores se lo conoce como Puente El Diablo; un cartel sobre la RN40 señala el acceso. Nosotros estuvimos allí y recorrimos casi cien metros con el agua helada hasta el cuello, pasando por fuertes pendientes, cascadas y túneles, con las estalactitas rozando nuestros cascos, de los cuales salían las únicas luces disponibles en semejante oscuridad. Este lugar sagrado no es un simple lugar secreto para realizar turismo de aventura. Se debe tener mucho respeto y tomar las mayores precauciones posibles. Otro de los atractivos principales son los graneros incaicos.”[i]

sábado, 31 de agosto de 2013

Etapa San Antonio de los Cobres - La Poma

90 km. en bicicleta - 45 km. en subida de San Antonio de Los Cobres hasta el Abra del Acay (pico más alto de América en RN) - 45 km. en bajada hasta La Poma.

Route 2.330.557 - powered by www.bikemap.net

miércoles, 24 de julio de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Puesto Sey - San Antonio de Los Cobres

El que sabe dónde vamos, por favor, no me lo diga.
Yo no quiero saber porque no me va a sorprender cuando me pase...
(Y porque voy a estar pensando en todo lo que creía que me pasaría)
Gonzalo Niggli

Después de pasar una helada noche en Puesto Sey y de compartir con los lugareños un día que llevaremos inmersos en nuestros corazones, partimos hacia San Antonio de los Cobres, pensando en el límite Jujuy-Salta y en el imponente Viaducto La Polvorilla.


La carretera, fue más de lo mismo, hasta el cruce provincial. Luego, fue todo más dificultoso pero a la vez, transitándolo en dos ruedas, más excitante. Las grietas, que cruzaban el camino, las piedras y los arroyos de deshielo, hicieron del escenario un mix de adrenalina y de fantadía surrealista.

El “negro” Luna, con cámara en mano mientras montaba la bicicleta, fue filmando el escenario que nos envolvió durante 10 kilómetros: entre cerros color habano, con sus llamas y vicuñas color miel, fueron nuestros únicos amigos en la inmensidad de las imponentes montañas.

Finalmente, llegamos al Viaducto La Polvorilla, en donde nos fotografiamos a más no poder, desde diferentes ángulos y posiciones. Queríamos dejar la impronta de nuestras huellas, para la prosperidad.


Y entre risas y abrazos, posamos un tiempo indeterminado hasta que volvimos a rodar por la increíble Ruta 40. Pues, dicen que es mágica y sinceramente, no están errados en invocar su encanto y su rigidez. Los 4200 msnm del Viaducto, no fueron impedimentos para pedalear sobre su lomo y deslizarnos en su bajada.

Nosotros, pensamos que ya habíamos pasado lo más duro de la jornada, pero no fue así, ya que el mal estado del camino nos invitó a un juego de licuadora humana. Los inminentes serruchos que decoraban la carretera nos complicó más de lo pensado el recorrido.

Hasta el cruce de la ruta 51, en donde la 40 se hace mixta, hasta llegar a San Antonio de Los Cobres, una localidad situada en la puna salteña a aproximadamente 2000 Km. de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a 3750 msnm, siendo el centro urbano más elevado del país tras El Aguilar, de la provincia de Jujuy.


Con la satisfacción de haber llegado a la ciudad y con muchos dolores en el cuerpo, fuimos en busca de un alojamiento para descansar de una agotada jornada y Poli, ansioso por dormir en una cama y por darse un baño caliente, después de unos días, encontró un hospedaje económico y con hermosas condiciones: desayuno, TV, baño caliente y una cama en donde dormir.

Recordamos, que La Puna es una región geográfica, histórica y culturalmente bien definida, caracterizada por sus mesetas a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. En donde,  la aridez de su tierra, sus salares y sus altas cumbres ricas en minerales ofrecen a la vista preciosos colores.

Estos picos, sobrepasan los 5.000 metros de altura y sus temperaturas extremas que oscilan entre los 20ºC durante el día y -25ºC en las frías noches de invierno. Justamente, nuestro próximo camino es hacia El Abra de Acay, el pico más alto de América en ruta nacional.


Para nosotros, la Puna es un ambiente hostil porque la altura es sinónimo de baja presión atmosférica y por tanto, una menor cantidad de oxígeno en el aire. El médico de Santa Catalina, nos había dicho “Los que no son lugareños pueden sufrir lo que se llama apunamiento o soroche, por eso es conveniente tomar algunas precauciones, por ejemplo evitar los movimientos bruscos, el alcohol y la comida en exceso”.

Imposible, no hacer movimientos bruscos en dos ruedas y menos, comer liviano con los platos de guiso y estofado que prepara el “tero” en el disco. Sin dudas, nos movemos con el viento y con el viento, vamos.

Próxima estación, Abra de Acay…

Etapa Puesto Sey - San Antonio de los Cobres

La carretera se encuentra en pésimo estado, particularmente, llegando al Viaducto La Polvorilla, luego, mucho serrucho para casi desarmar las bicicletas y así, llegar a San Antonio de los Cobres.

Bike route 2.250.845 - powered by Www.bikemap.net

viernes, 5 de julio de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Susques - Puesto Sey

Vivir lejos de lo cotidiano te eleva a otra dimensión. Sin dudas, es ahí, cuando piensas que viajar es el placer de la libertad (condicionada). La rutina, queda encerrada en las cuatro paredes de la oficina y sólo, en el horizonte, tienes carretera para rodar.


¿Pero el viajar tiene sus partes negativas? Si claro, tiene la mala noticia de saber que un día tienes que volver al trabajo y dejar a un lado la bohemia de cerros colorados y cielo celeste. Pero ¿si el cielo siempre es celeste? No, en las grandes urbes es gris y con la luna, es azul noche.

En Susques, la ciudad más poblada de la puna, el cielo sigue celeste. Y con esa impresión, cargamos las piernas de energía, los pulmones de aire y nos abrigamos por el intenso frío mañanero. Así, partimos rumbo a Puesto Sey, nuestra próxima estación.

Sin dudas, que el frío, fue nuestra incesante compañía diurna de todos los días. Y como me dijo el “negro” Luna, en plena carretera “hoy, nos acompaña el enemigo oculto” y entre risas y pedaleadas, agregó “el viento de costado, lo leí en una revista”.

Entonces, el cielo celeste, el frío y el viento de costado, fueron los complementos de esta tirada hasta Sey. Marcos, a puro pulmón, llevó su ritmo durante toda la jornada. Poli, con su rodado 29, se escapaba en las rectas y pocas pendientes que presentó el camino. Gonzalo y el “negro” Luna, fueron a la par durante casi toda la carretera.

En tanto, Garay, manejo el vehículo y realizo algunos kilómetros en los rodados de Poli y Marcos. Que nos esperaron en la entrada del pueblo, de sólo 100 habitantes, para sacarnos las fotos “obligadas” de cada parada.


Atrás, habíamos dejado Huancar y Pasto Chico. Y también a un jovencita con una mochila de ramas secas, que nos llamó mucho la atención. Justamente, cuando nos instalamos en el centro vecinal para pasar la noche, fuimos a caminar por el paraje y nos encontramos con Marisa, pero ya sin las ramas y con una fuente de tortas fritas.

Su esfuerzo diario, de caminar 8 kilómetros por día, en busca de ramas para la cocina a leña, nos heló hasta los huesos. Y más aún, los pekes que estaban jugando a la pelota en las áridas tierras de la puna.


Por eso, insistimos, que viajar te eleva a otras dimensiones de lo real. Porque el circo impuesto en las ciudades, no tienen alma ni corazón. Desde Puesto Sey, latitud -23.9167, cerca del límite con Salta, Radio Yiramundi, relató.

Etapa Susques - Puesto Sey

La carretera de Susques a Puesto Sey, es en su totalidad de ripio y en sus 73 km de distancia, ascendemos un promedio de 400 metros. Vale recordar que partimos de los 3600 msnm hasta los 4000 metros. ¿La puerta del cielo? Aún no, falta cada vez menos para el Abra del Acay... salud!!


Bike route

miércoles, 19 de junio de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Coranzulí - Susques

Aun no me han vencido
El tiempo
Las lluvias
El gris interminable
Y esta incontable cantidad de ausencia.
Octavio Paz

Coranzulí, nos había acobijado de excelente manera, pero como marca el destino del viajero, al otro día hay que partir. Y así fue, que bien temprano, y con el frío como compañero, rumbeamos hacia el sur en busca de un nuevo destino: Susques.


El tiempo, por estas montañas, no es tirano. Más bien, es un complemento armonioso que relaja hasta los músculos más duros producidos por el desgaste y el cansancio de la bicicleta. Como dice, Robert Levine en Una geografía del tiempo “… Parece haber un reloj encargado del tiempo subjetivo, y hay algunos candidatos para alojar ese mecanismo temporal. Lo interesante es que estos sospechosos están en el cerebro, y tienen en común mecanismos químicos bastante conocidos y que se alteran en determinadas enfermedades neurológicas”.

Con el equipo en condiciones, recorrimos los primeros kilómetros, en víspera del horizonte. De esa línea imaginaria que convierte los sueños en ilusiones. Justamente, la geografía, nos sumergía a la magia de lo no cotidiano.

Y entre cuestas y bajadas, disfrutamos de la velocidad del viento y del sacrificio de la superficie. Poli, con su rodado 29, se desgastaba en las subidas y gozaba en el descenso. Los Marcos presentes y Gonzalo, trabajan cautelosamente el accidente del terreno con su rodado 26.


Pero todo se mueve con el tiempo. Los cuerpos, la materia, el aire, el viento, la luz y sobre todo, las acciones hechas canciones. ¿Canciones? Claro, esa satisfacción de escuchar latir el corazón como un tambor en rebelión por concretar los sueños orpimidos. El alma canta y el cuerpo, baila.

El tiempo, el implacable, el tirano, eso que según John Lennon es lo que "nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes", ese algo que cuando tratamos de definirlo se nos escapa como granitos de arena de las manos.

Porque el tiempo, juega Julio Cortázar en alguno de sus poemas. Un juego que todo filósofo que se precie debe practicar a lo largo de su filosófica carrera. Porque el Tiempo, según Levine, “es una de las Grandes preguntas para ponerse a Filosofar, y para muchos, es La Más Grande de esas preguntas”. 

Por ese entonces, ya casi llegando a Susques, la ciudad más importante de la puna jujeña, con 1140 habitantes, ubicada a 3896 msnm en el sudoeste de la provincia de Jujuy, nos dimos cuenta que pertenecemos a las culturas para las que “no hay que perder el tiempo” o que el “tiempo es dinero”, nociones que se filtran cotidianamente y provocan grietas en nuestro despertar, como si fueran mandatos incuestionables, de hierro o acero.

Finalmente, marcados por las agujas del reloj, cerca de la media tarde, rodamos por la localidad más elevada de la Argentina, de entre las que se pueden acceder por camino pavimentado. Donde la población se encuentra en una hoya, rodeada por mesetas salitrosas en las que se encuentran dispersos ejemplares de cardón, queñoa y "colchones" de tola.

Allí, pasamos la noche, pensando en Puesto Sey, nuestro próximo camino y en el tiempo, que marca el destino de los hombres y de la naturaleza. ¿Qué somos nosotros en el tiempo? ¿Qué es el tiempo sin nosotros?

martes, 28 de mayo de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Coyaguayma - Coranzulí

Viajar, es la más bella universidad que existe. Yiramundi

La noche más dura de lo que va del viaje y casi, de la vida. Los menos 7 grados que ostentó la madrugada en Coyaguayma, congeló las ideas, el aire, el material y las bicicletas. Pues, nunca estuvimos en Siberia, pero estuvimos cerca de vivirlo.


 Sin dudas, Poli, fue el más perjudicado, por no tener carpa y su sueño se vio quebrado por las cuatro paredes del Centro Social, que hicieron de cámara frigorífica en la puna jujeña. En tanto, Luna, los hermanos Niggli y Garay, durmieron sumergidos en su propia respiración.

Desayuno mediante, nos decidimos empezar la cruzada hasta Coranzulí, un pequeño pueblo sumergido entre montañas y ríos. Donde su altitud alcanza los 4000 msnm, con previos picos de 4400 y 4200 metros.

Sumado a esto, el frío mañanero jugó un factor importante, en la respiración y en el accionar. Pues, la falta de aire y la agitación cardíaca, hicieron disminuir el ritmo deseado. Sobre todo, Poli, fue quien más lo sintió.

Después de los primeros 10 km, nos topamos con un arroyo congelado, que atravesaba la carretera. Nuestra incredulidad, por semejante oasis de hielo, hizo que detuviéramos la marcha y entre risas y fotos, sellamos dicho paso para la prosperidad. Poli, quien venía golpeado por el frío, se atrevió a cruzarlo con la “jirafa” y rompiendo el hielo a su paso, pudo llegar al otro lado de la ruta.


Por lo tanto, nosotros, decidimos esquivar el espejo de cristal y rodamos por el costado de la RN 40. El “negrito” Luna, como habitualmente ocurría, rodaba en la delantera del pelotón junto a Gonzalo, mientras que Marcos y Poli, llevaban su ritmo. Paralelamente, Garay, acompañaba desde el vehículo y hacía su aporte de auxilio, por si un soldado se caía físicamente.

De esta manera, fuimos hacia el horizonte y los carteles de vialidad nos indicaban el destino. En estos viajes, entendemos que dos más dos, no siempre hacen cuatro. Aprendemos, las ciencias que los científicos dicen que no son ciencias, leer las casualidades y el azar. Un aprendizaje, que te saca un poco de la encerrona de la sociedad.

Finalmente, llegamos al destino marcado, en el mapa de Marcos. Coranzulí, un pueblo de 420 habitantes, aproximadamente a 257 Km. de San Salvador de Jujuy y a 53 Km. de Susques, por la Ruta Provincial Nº 74.


Es un pequeño pueblo de mineros que sufrió notablemente el cierre de los yacimientos de la región y que ahora apuesta a la producción de camélidos, sobre todo llamas, que encuentran un entorno natural favorable para su desarrollo. Muchos de los pobladores,  abandonaron el pueblo en busca de oportunidades laborales y ahora están retornando.

El pueblo tiene comisión municipal, una iglesia, sala de primeros auxilios, destacamento policial y una escuela primaria. Nosotros, nos hospedamos en la casa de Doña Lila, por $40 pesos cada uno. Donde nos duchamos, lavamos la ropa y comimos un rico estofado, a orillas del río. 

sábado, 25 de mayo de 2013

Etapa Coyaguayma - Coranzulí

Este recorrido tiene 46 km, en el cuál el viento cruzado fue un compañero que dificulto el trayecto. Sobre todo, en los últimos km.El frío, también tuvo su rol protagónico.



martes, 21 de mayo de 2013

Mina Pirquitas, a cielo abierto

Mina Pirquitas, es una empresa que se encarga de la extracción de minerales metalíferos no ferrosos, ubicada en en Norte de Argentina en la Provincia de Jujuy. 



La mina se encuentra en operación como una mina convencional a cielo abierto. El mineral es triturado y tratado en un pre-concentrador por gravedad antes de ser procesado en una planta convencional de flotación de mineral. 

Los concentrados de plata y zinc producidos en la planta se envían a diferentes fundidores en el mundo. Se espera que la producción para el año 2012 sea de 8.5 millones de onzas de plata.

Su población urbana es de sólo 629 habitantes. En épocas de esplendor, llegó a albergar cerca de 2000 personas. Hoy, hay dos núcleos urbanos: uno administrativo (con oficinas, laboratorios, hospital, viviendas y capilla) y otro hacia el Oeste, a unos 7 kilómetros donde se encuentra "La veta" y donde estaba la mayor parte de la actividad extractiva.

En la misma se ubica una de las explotaciones mineras más importantes del país. La veta, contiene mayormente casiterita, un mineral que contiene entre otros elementos estaño, zinc y plata. Hay trazas de otros elementos como oro, plomo, iridio, paladio, tungsteno. También se han reportado pequeñas cantidades de minerales raros y radiactivos en algunos sitios de la mina.

lunes, 20 de mayo de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Liviara - Coyaguayma

El camino se mueve se adelanta,

se atrasa, te lleva para un lado

y te devuelve, te detiene,

te junta, te separa

y te vuelve a juntar… Yiramundi

Después de pasar la noche en Liviara, un pequeño pueblo de solo 63 habitantes, donde dormimos con comodidad, partimos rumbo a Minas Pirquitas, situada en el departamento Rinconada; en el distrito de Coyaguayma, a 355 km de la capital jujeña.

Según Osvaldo, un pueblerino de Liviara, “la carretera después de Minas mejora mucho, por el transito de los camiones que llegan hasta Susques para luego cruzar a Chile por el Paso de Jama.”

Con el frío, como fiel ladero en estas latitudes, empezamos a rodar los primeros 10 km. Nuestro recorrido, se hacía sentir en el relieve de alta montaña, con escasa vegetación, y laderas suaves y escarpadas. El suelo de la RN 40, es rocoso, pedregoso y por momentos, arenoso.

Después de tres horas, pasado el mediodía, llegamos a Minas Pirquitas. El viento, cruzado, se hizo sentir en los últimos kilómetros de pedaleo. Pero no llegamos cansados y sabíamos que al día siguiente, nos esperaba un día duro, de 62 kilómetros.

Por ende, después de un leve descanso, decidimos seguir viaje hasta Coyaguayma, un pequeño poblado a 12 km de distancia. Atrás, íbamos a dejar a una de las localidades más elevadas de la República Argentina con sus 4271 msnm.  

Las localidades de Olaroz Chico con 4544 msnm, y Pairique Chico, con 4633 msnm, (ambas situadas en la Provincia de Jujuy), están a mayor altitud, pero eran consideradas hasta el Censo nacional de 1991 como comunidades rurales dispersas. La mayor localidad argentina es El Aguilar, una pequeña ciudad minera ubicada en la misma provincia, con cerca de 4.900 metros de elevación y tiene 3.655 habitantes (censo de 2001).

Con la intención, de seguir sumando kilómetros, partimos a un desconocido poblado, en donde los oriundos de Pirquitas, no nos pudieron garantizar que haya alojamiento, para poder pasar la noche. Recordamos, que arriba de los 4000 msnm, el frío, a partir de la caída del sol se hace sentir y mucho.

Finalmente, después de una hora y media de pedal, llegamos al destino diario. Donde nos cruzamos con la presencia de Rubén, quién nos habilitó el centro comunal, para poder pasar la noche y resguardarnos del viento y del frío.

Etapa Liviara - Coyaguayma

Nuestro recorrido inicial era hasta Minas Pirquitas, que oscilaban los 32 kilómetros desde Liviara pero llegados al mediodía, decidimos seguir por la carretera 12 km para llegar a Coyagauyma y así, descontar la distancia a Coranzulí, nuestra próxima estación.


viernes, 10 de mayo de 2013

Liviara, la fundación de una familia


Una disputa familiar derivó en su fundación. Santos Eugenio Trejo vivía en Orosmayo y decidió fundar su propio pueblo, abandonando la pelea que mantenía con su padre por la conducción del centro vecinal. 



El 18 de septiembre de 1.997 se instaló a 5 Km. de Orosmayo. Al año se inauguró la escuela y llegaron 1.000 metros de PVC donados para instalación de agua. Las tierras se regalaban y Liviara se urbanizó pronto.

Ahora funcionan proyectos aurí­feros a cargo de siete familias. Otras tres pusieron una panadería que abastece a escuelas de la zona y de Piriquitas. La población aproximada de este pequeño caserío es de 63 habitantes.

La educación: La escuela primaria 197 de Liviara, primera comunidad aborígen de Rinconada, recibió una importante donación, en diciembre del 2012, desde la escuela Nª22 de San Francisco, de Bellocq.


El establecimiento, está ubicado al límite con Bolivia, a 4800 metros de altura sobre el nivel del mar, y actualmente cuenta con 34 alumnos. La mayoría de los padres trabajan en Minas Pirquitas y muchos otros viven de la agricultura y ganadería, y la vida de los habitantes es dura en la época invernal, cuando la escuela sufre escasez de recursos por el clima frío y seco de la zona. 

Ruta 40 en Bicicleta: San Juan de Oros - Liviara

La vida es un camino a largo plazo,
en la que tú eres maestro y alumno;
unas veces te toca enseñar;
todos los días te toca aprender...

Después de pasar una grata noche en la escuela, desayunamos con la premisa de llegar a Liviara y así cumplir la tercera jornada por la Ruta Nacional 40. El frío, que golpea duro por estas latitudes, había congelado los canales y ríos, de poca cause, que cruzan la carretera.



Ante el asombro de ésta novedad, Poli, se decidió cruzarlo a pesar de lo “peligroso” de mojarse hasta las rodillas. Pues, el hielo, se rompe con el paso de los rodados y uno, puede quedarse varado hasta la necesidad de tener que apoyar los pies.

Después, de esta “novedad” seguimos viaje a un buen ritmo, donde el camino, nos ofrecía abiertamente su gratitud. Las montañas, mayormente de color rojizo, le daban tonalidad al desgaste en las subidas. Además, de deslumbrarnos con lo que nos rodeaba, las charlas con los lugareños, le daban más color y calor a nuestro viaje.  

El andar por lugares donde habrían existido poblados antiguos, prehispánicos, es visto como muy riesgoso y causa de la enfermedad llamada "piadura" o "piyadura". Armando Paredes, nos dijo "La piadura, es cuando alguna persona va a una zona muy antigua, por ejemplo y se siente muy cansado, se acuesta y se duerme. A la noche siente que tiene mucho frío. Al día siguiente le empieza a picar todo el cuerpo."



Justamente, la Puna, tiene características muy diferentes a los Valles, la Quebrada y las Yungas, pues presenta una gran diferencia de temperatura entre el día y la noche, y debido a la altura sobre el nivel del mar, por arriba de los 3.000 metros – caracteriza al paisaje una mayor heliofania, con una temperatura más fría y un ambiente más seco.

Luego, de rodar 40 kilómetros, nuestros cuerpos, presentaban un signo de cansancio, que privó a algunos seguir a bordo de la bicicleta. La altura y la constante arena, que presentaba la carretera, fueron los principales impedimentos de ésta etapa.

Pero, los que siguieron arriba de las “nenas” la Madre Tierra, les regaló una bajada intensa, de curvas y contracurvas, en un camino accidentado por la geografía. Donde la montaña, hacía sombra de un lado y el vacío, se hacía sentir, por el otro. Allí, el “negro” Luna y Gonzalo, se amigaron con el viento y llegaron a Liviara, un pequeño pueblo, que los hospedó después de una larga jornada.

Con la llegada, la buena noticia, fue que íbamos a descansar sobre un colchón, después de tres noches, en el centro comunitario, en donde también conseguimos un televisor para captar algunos canales por la antena pública. Rocío, la encargada del lugar, nos confirmó “gracias a esta medida, podemos mirar algunos canales” aunque manifestó “yo, tengo DirecTV, porque agarro más canales”.

Por la noche, cenamos en el comedor, un rico estofado, con vino y postre. La noche, se estaba poniendo fría y nosotros, nos fuimos a dormir.


Etapa: San Juan de Oros - Liviara

En esta etapa, realizamos la suma de 51 kilómetros. Aquí, no se ve reflejado el pueblo La Ciénaga, donde pasamos la noche, en donde tuvimos que desviarnos unos Km de la Ruta Nacional 40. Sin dudas, la bajada a poco de llegar a Liviara, fue la máxima adrenalina que nos toco vivir por el momento.


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lunes, 6 de mayo de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Santa Catalina - San Juan de Oros

El frío se hizo sentir con la noche y al despertar, el sol nos regaló un poco de calor en la puna jujeña. Mientras los chicos iban camino a la escuela, nosotros desarmamos el campamento para iniciar el camino hacia San Juan de Oros.


Pues, nos esperaban 63 km de ripio por la dificultosa Ruta 40, donde en el km. 40 íbamos a sufrir el pico máximo de 4300 msnm para luego sí, descender hasta los casi 3600 metros del pequeño pueblado de 55 habitantes (censo 2001)

El pueblo de cuestión, San Juan de Oros, está ubicado en el Departamento de Santa Catalina de la provincia de Jujuy y se encuentra, casi sobre la confluencia del arroyo Oros sobre el río Grande de San Juan. Tradicionalmente, la principal actividad económica, es la cría de llamas y el lavado de oro. Actividades, que hoy, casi no se llevan a la práctica.

En el camino, mágico por cierto, nos encontramos con el cartel que señalizaba el km. 5000, sin dudas, parada obligada para ratificarlo con una foto para la prosperidad. A su vez, al costado de la ruta, frenamos en una escuela primaria, donde su directora, nos invitó a conocer el establecimiento y nos llevamos un grato recuerdo de los peques.


Por ese entonces, la Ruta 40, tiene 11 kilómetros de rodaje junto al río, donde las piedras, el agua y la Pachamama, se sienten en su máxima expresión. Duro pero excitante carretera, entre un anillo de cerros colorados y vegetación, que le daban color y calor, a la previa del pico máximo de la jornada.

Después, de las paradas programadas, para consumir las energías dejadas en el camino, seguimos rumbo al pequeño pueblo. Justamente, la hora que ganamos en lo personal en la pequeña escuela de frontera nos hizo perdernos de lo programado y la tarde, se empezó hacer noche.

Cerca de las 18 horas, llegamos a un paraje escasamente poblado, que decía San Juan de Oros. Son 7 casas, de las cuáles, dos tienen techo y una capilla. Pues, sus habitantes, que son lavadores de oro y pastores de llamas, están repartidos en la soledad del lugar donde funciona la Escuela Nº 368 Madre Alpons M. Eppinger. En el establecimiento, los chicos disponen del servicio de un comedor escolar que a muchos de ellos les asegura la ración de alimento del día.

Inmediatamente, Pablo, Gonzalo y Walter, fueron a Misa Rumi, un pequeño poblado a 5 km para conseguir un lugar a donde acomodarse pero regresaron sin resultados positivos. Donde, se decidió seguir por la Ruta 40 y desviarse unos kilómetros para hacer noche en Ciénaga.

Donde, una vez que hablamos con el delegado del pueblo, nos prestaron el Salón de usos múltiples de la escuela para que pasemos la noche.


Cabe recordar que en 2008, comunidades originarias de esta localidad entre otras se mostraron contrarias al desarrollo de la minería en la zona.  En donde, por un comunicado dirigido al Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, las comunidades originarias del departamento de Santa Catalina, hicieron llegar su reclamo en torno a la explotación, cateo y pedimentos de emprendimientos mineros que el Gobierno de la provincia concede a empresas en esta zona de la puna jujeña. 

La nota estuvo firmada por representantes de las comunidades de El Angosto, La Ciénaga, San Francisco, Cabrería, San Juan de Oros, Oratorio, Puesto Grande, Hornillos, Yoscaba, Pasajes, Cieneguillas, Rodeo y Santa Catalina, refiriendo textualmente “no aceptar las imposiciones unilaterales y violatorias de la ley general de ambiente Nº 25.675 del gobierno de la provincia de Jujuy, al otorgar autorizaciones mineras” (Agencia COPENOA).

jueves, 2 de mayo de 2013

Etapa: Santa Catalina - San Juan de Oros

En esta oportunidad, realizamos la misma cantidad de kilómetros que el día anterior, 63 en total pero tuvimos que pisar una altura máxima a las 4200 msnm. A su vez, sufrimos un desnivel acumulado de 940 metros. 

Ruta 40 en Bicicleta: La Quiaca - Santa Catalina

Ésta etapa, no presentaba demasiadas dificultades, ya que el camino es bastante regular y las subidas no son tan marcadas. De esta manera, se tomo la modalidad de pedalear 10 km y hacer una parada, para hidratarse y consumir alimentos.

lunes, 29 de abril de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: La Quiaca - Santa Catalina


Jujuy, ¿cuándo volveré?
Ya me estoy volviendo tiempo.                                                                                                                                            
Volveré cuando el viento,
arriero de mil caminos,
corra soplando hacia el Norte,
tropereando mi destino.
Jorge Cafrune


Con el grupo completo, por la llegada del “negro” Luna a La Quiaca, se inició el camino hacia La Quiaca. Walter, en la conducción del vehículo de apoyo, junto a Gonzalo, quién se intoxico en Yavi y no estaba en condiciones de pedalear. Por lo tanto, el viaje se inició con tres bicis sobre el terreno.

Ésta etapa, no presentaba demasiadas dificultades, ya que el camino es bastante regular y las subidas no son tan marcadas. De esta manera, se tomo la modalidad de pedalear 10 km y hacer una parada, para hidratarse y consumir alimentos.

Santa Catalina, es la localidad más boreal de la Argentina, ubicada al norte de la Provincia de Jujuy, a 63 kilómetros de La Quiaca por la Ruta Nacional 40, entre los paisajes impactantes de la puna, este pueblito que supiera crecer con la actividad minera de la región invita a descubrir el espíritu inconfundible del norte argentino.

Cerca del medio día, a falta de 25 km del destino final, almorzamos al costado de la carretera, nos distendimos un rato y Gonzalo se subió a la bicicleta, para cerrar el tramo de la primera jornada. Donde con Marcos y Pablo, terminaron en la sala de primeros auxilios en busca de oxígeno, por el apunamiento frecuente, que lo hostigo durante todo el día.

El camino, presente muchas montañas que se elevan casi hasta los cuatro mil metros, que  impactan con su majestuosidad y sus relucientes tonos rojizos. Entre ellas, apareció un puñado de casitas, recorridas por calles estrechas y empedradas para disfrutar de una tranquilidad envidiable. El cartel, indicaba, que habíamos llegado a Santa Catalina.

El pueblo, que se estaciona a los 3770 msnm, tiene 332 habitantes estables, un municipio, dos escuelas, la iglesia, un centro de salud, dos hospedajes, un único teléfono público  y la comisaría. Pues, el paseo por este pequeño rincón sorprende con una Iglesia que data del siglo XVII. Un tono blanquecino la pinta mientras su torre se eleva sobre la puerta principal dividida en dos pisos que culminan en un campanario. Los altares originales fueron reemplazados debido a su frágil estado de conservación, el resto del edificio se encuentra ostentado el estilo colonial que le dio vida.

Nosotros, con el permiso de la intendenta, armamos campamento al costado de dos canchas de fútbol, donde había parrillas y bancos con mesa. Allí, colocamos las 3 carpas, para descansar los huesos y acomodar las ideas en las nubes jujeñas.

Curiosamente, los chicos de la zona, incrédulos por nuestra llegada en bicicleta, se acercaron al campamento y le prestamos las “nenas” para luego, ponerle en la computadora “la era de hielo 4” y hacerle un mini cine en las gradas de la canchita.

Por nuestra parte, Walter, cocinó un guiso con carne de llama, para restaurar energías y ni bien el día se hixo noche, nos sumergimos en la carpa para aventurar el día siguiente.