Aconcagua es mi tierra querida,
Aconcagua es la tierra mejor,
aquí vibra más fuerte la vida
en un clima de luz y de sol.
San Felipe tres veces famosa,
por tres veces heroica ciudad
de Aconcagua por siempre orgullosa.
Tú serás la ciudad capital.
Himno de Aconcagua
Amanecimos, por primera vez en cielo chileno, y partimos
rumbo al pacífico con la premisa de llegar a la ciudad de Los Andes para
desayunar, ya que íbamos hacer una parada obligada para relajarnos.
La carretera ya no era tan empinada, y el viento a temprana
hora no sopla, es como que descansa hasta el medio día, donde todos los días se
hace intenso y perturbador. Pocos kilómetros nos separaban de nuestra primera
parada y lo disfrutamos en descenso periódico.
Es imposible no sentirse feliz cuando vas pedaleando, el
vientito te da en la cara, la mente se te despeja y vas a tu propio ritmo
sabiendo que, además de estar rodando distancias, estás contribuyendo a que
haya menos tráfico de autos y menos contaminación ambiental a tu alrededor.
La ruta 60, se interna en el corazón de la ciudad, donde muy cerca se encuentra la Plaza de
Armas, con tres niveles, única en Chile, y equilibrio octogonal en jardines,
pasillos, fuentes y monumentos. La
ciudad, es parte importante del llamado corredor Bioceánico. Desde la primera
mitad del siglo XX, partía con dirección a Mendoza, Argentina, el llamado Ferrocarril
Trasandino, que nosotros visualizamos sus ruinas aunque hay en la actualidad un
proyecto para reanudar su marcha.
Recorrimos unos km y llegamos a la ciudad de San Felipe, en
donde es significativo el aporte del sector agrícola, destacando los cultivos
de cereales en secano, frutales, vid, hortalizas y forraje para animales. Por
estas latitudes, la carretera se hace angosta y se cruza la ciudad, entre
veredas y semáforos.
Con la premisa de parar a cada 10 km para relajar las
piernas y alimentarnos, nos dimos cuenta que íbamos rápido y en buenas
condiciones. El calor, se hacía sentir y nuestro “enemigo” natural ya era
frecuente en la carretera. Después, de hacer más de 40 km por la ruta 60,
pasamos por una frondosa arboleda y empalmamos la autopista 5. Aún no sabemos el porque de lo realizado, pero al no tener
GPS, fue la autopista que se topó con nuestro andar después de una loma en
donde el primer cartel que visualizamos fue el de “prohibido circular con
bicicleta”.
Nosotros, seguimos rodando, más allá de la prohibición, ya
que no encontramos el tramo de la ruta 60, que llega hasta Recaña, Con Con y
posteriormente por la costa, hasta Viña del Mar. A medida, que nos acercábamos
al pacífico, el viento era más violento en nuestra contra y la caída de la carretera
ya ni se sentía en el andar.
Con mucho esfuerzo y apremiados por el reloj, hicimos un
tirón de 20 km sin descansar, en los que nos sentimos reconfortados por el
tirón. Así, llegamos a estar a 40 km de Viña del Mar. Donde tuvimos que pasar
por un nuevo control de peaje, y fue
allí donde nos impidieron seguir circulando por la autopista.
Un camionero, viendo nuestro di conformismo por la
situación, se prestó a llevarnos hasta la carretera interna, la vieja ruta 60,
que habíamos perdido casi 70 km antes, para si luego poder llegar a Viña del
Mar sin problemas de circulación.
Así fue que pasadas las 17 horas, respiramos la brisa del
mar, luego de una vertiginosa bajada por la ciudad hasta la costanera. Nos
envolvimos en un abrazo fraterno y de triunfo, de haber logrado lo que para
muchos es de “locos”.
No tenemos dudas, que no hay mejor manera de conocer un
país, una ciudad, un pueblo que caminarla, perderse y dejarse llevar. Guardar
el mapa, seguir el instinto y rodar tras lo que nos llame la atención. Nunca
pensamos que íbamos a terminar siendo unos “viajeros en bicicleta”, observando la vida en las veredas, respirando la historia en las calles, en fin,
sumergirnos en la cultura de cada pueblo y ciudad, entre el dialogo y lo
incognito.
Rodar y observar. Radio
Yiramundi, una frecuencia ilegal…