miércoles, 24 de julio de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Puesto Sey - San Antonio de Los Cobres

El que sabe dónde vamos, por favor, no me lo diga.
Yo no quiero saber porque no me va a sorprender cuando me pase...
(Y porque voy a estar pensando en todo lo que creía que me pasaría)
Gonzalo Niggli

Después de pasar una helada noche en Puesto Sey y de compartir con los lugareños un día que llevaremos inmersos en nuestros corazones, partimos hacia San Antonio de los Cobres, pensando en el límite Jujuy-Salta y en el imponente Viaducto La Polvorilla.


La carretera, fue más de lo mismo, hasta el cruce provincial. Luego, fue todo más dificultoso pero a la vez, transitándolo en dos ruedas, más excitante. Las grietas, que cruzaban el camino, las piedras y los arroyos de deshielo, hicieron del escenario un mix de adrenalina y de fantadía surrealista.

El “negro” Luna, con cámara en mano mientras montaba la bicicleta, fue filmando el escenario que nos envolvió durante 10 kilómetros: entre cerros color habano, con sus llamas y vicuñas color miel, fueron nuestros únicos amigos en la inmensidad de las imponentes montañas.

Finalmente, llegamos al Viaducto La Polvorilla, en donde nos fotografiamos a más no poder, desde diferentes ángulos y posiciones. Queríamos dejar la impronta de nuestras huellas, para la prosperidad.


Y entre risas y abrazos, posamos un tiempo indeterminado hasta que volvimos a rodar por la increíble Ruta 40. Pues, dicen que es mágica y sinceramente, no están errados en invocar su encanto y su rigidez. Los 4200 msnm del Viaducto, no fueron impedimentos para pedalear sobre su lomo y deslizarnos en su bajada.

Nosotros, pensamos que ya habíamos pasado lo más duro de la jornada, pero no fue así, ya que el mal estado del camino nos invitó a un juego de licuadora humana. Los inminentes serruchos que decoraban la carretera nos complicó más de lo pensado el recorrido.

Hasta el cruce de la ruta 51, en donde la 40 se hace mixta, hasta llegar a San Antonio de Los Cobres, una localidad situada en la puna salteña a aproximadamente 2000 Km. de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a 3750 msnm, siendo el centro urbano más elevado del país tras El Aguilar, de la provincia de Jujuy.


Con la satisfacción de haber llegado a la ciudad y con muchos dolores en el cuerpo, fuimos en busca de un alojamiento para descansar de una agotada jornada y Poli, ansioso por dormir en una cama y por darse un baño caliente, después de unos días, encontró un hospedaje económico y con hermosas condiciones: desayuno, TV, baño caliente y una cama en donde dormir.

Recordamos, que La Puna es una región geográfica, histórica y culturalmente bien definida, caracterizada por sus mesetas a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. En donde,  la aridez de su tierra, sus salares y sus altas cumbres ricas en minerales ofrecen a la vista preciosos colores.

Estos picos, sobrepasan los 5.000 metros de altura y sus temperaturas extremas que oscilan entre los 20ºC durante el día y -25ºC en las frías noches de invierno. Justamente, nuestro próximo camino es hacia El Abra de Acay, el pico más alto de América en ruta nacional.


Para nosotros, la Puna es un ambiente hostil porque la altura es sinónimo de baja presión atmosférica y por tanto, una menor cantidad de oxígeno en el aire. El médico de Santa Catalina, nos había dicho “Los que no son lugareños pueden sufrir lo que se llama apunamiento o soroche, por eso es conveniente tomar algunas precauciones, por ejemplo evitar los movimientos bruscos, el alcohol y la comida en exceso”.

Imposible, no hacer movimientos bruscos en dos ruedas y menos, comer liviano con los platos de guiso y estofado que prepara el “tero” en el disco. Sin dudas, nos movemos con el viento y con el viento, vamos.

Próxima estación, Abra de Acay…

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