viernes, 5 de julio de 2013

Ruta 40 en Bicicleta: Susques - Puesto Sey

Vivir lejos de lo cotidiano te eleva a otra dimensión. Sin dudas, es ahí, cuando piensas que viajar es el placer de la libertad (condicionada). La rutina, queda encerrada en las cuatro paredes de la oficina y sólo, en el horizonte, tienes carretera para rodar.


¿Pero el viajar tiene sus partes negativas? Si claro, tiene la mala noticia de saber que un día tienes que volver al trabajo y dejar a un lado la bohemia de cerros colorados y cielo celeste. Pero ¿si el cielo siempre es celeste? No, en las grandes urbes es gris y con la luna, es azul noche.

En Susques, la ciudad más poblada de la puna, el cielo sigue celeste. Y con esa impresión, cargamos las piernas de energía, los pulmones de aire y nos abrigamos por el intenso frío mañanero. Así, partimos rumbo a Puesto Sey, nuestra próxima estación.

Sin dudas, que el frío, fue nuestra incesante compañía diurna de todos los días. Y como me dijo el “negro” Luna, en plena carretera “hoy, nos acompaña el enemigo oculto” y entre risas y pedaleadas, agregó “el viento de costado, lo leí en una revista”.

Entonces, el cielo celeste, el frío y el viento de costado, fueron los complementos de esta tirada hasta Sey. Marcos, a puro pulmón, llevó su ritmo durante toda la jornada. Poli, con su rodado 29, se escapaba en las rectas y pocas pendientes que presentó el camino. Gonzalo y el “negro” Luna, fueron a la par durante casi toda la carretera.

En tanto, Garay, manejo el vehículo y realizo algunos kilómetros en los rodados de Poli y Marcos. Que nos esperaron en la entrada del pueblo, de sólo 100 habitantes, para sacarnos las fotos “obligadas” de cada parada.


Atrás, habíamos dejado Huancar y Pasto Chico. Y también a un jovencita con una mochila de ramas secas, que nos llamó mucho la atención. Justamente, cuando nos instalamos en el centro vecinal para pasar la noche, fuimos a caminar por el paraje y nos encontramos con Marisa, pero ya sin las ramas y con una fuente de tortas fritas.

Su esfuerzo diario, de caminar 8 kilómetros por día, en busca de ramas para la cocina a leña, nos heló hasta los huesos. Y más aún, los pekes que estaban jugando a la pelota en las áridas tierras de la puna.


Por eso, insistimos, que viajar te eleva a otras dimensiones de lo real. Porque el circo impuesto en las ciudades, no tienen alma ni corazón. Desde Puesto Sey, latitud -23.9167, cerca del límite con Salta, Radio Yiramundi, relató.

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