“Me trajo aquí una ilusión y un viento que me empujaban la fuerza y la convicción profunda de que mañana será un mañana mejor”
Ayacucho, nos enseñó la solidaridad y la apertura a la palabra. Nos trataron muy bien, los gauchos del Mercado de Campo de la avenida arbolada. Nos acobijaron, en la noche, los durmientes de la vieja estación, a la entrada del pueblo. Nos bendijeron el camino, una pareja de motoqueros, oriundos de Santa Teresita, nuestro pueblo. Y la carretera, nos mimó. Sobre todo, los camioneros, que abrían su andar para que no terminemos chupados por la succión de esa máquina infernal de fierros.
Así, durmiendo bajo la sombra de los eucaliptos, hicimos noche en el Mercado "Las Chilcas". Conmovidos, por el atardecer, acampamos a su lado, observando las estrellas y sintiendo la tierra húmeda.
"Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia”
El agua caliente, se hacía vapor por la boca del termo. Humeante, dibujaba espirales en el cielo transparente de la ruta. La yerba, aún seca, se mojaba antes del beso con el agua y una vez húmeda, el mate paseaba por la bombilla para compartir esa hermosa comunión natural, con nosotros.
Las bicis, listas para rodar el último tramo, esperaban acostadas a un lado del árbol. El sol naciente, ya quemaba las últimas gotas de rocío y flotaba en el aire, ese olorcito de campo; fresco y libre.
Pues, los 77 km de distancia, no eran un obstáculo pero si un objetivo pensado y sentido en aquella comunicación telefónica de enero.
Sufrimos y vivimos, el único relieve dialéctico de la carretera, en las cercanía de Tandil. Las piernas, se oxigenaban en las bajadas y sufrían la fatiga en las subidas. Así, sierrras tras sierras, fuimos dándole dibujo a nuestro andar.
Hasta que nos cruzamos con Tama y Román, a pocos kilómetros de Kurache, nuestro hospedaje de descanso en la ciudad que vio nacer al paupérrimo Presidente Argentino, Mauricio Macri.
Pero esa, será otro relato.
Próxima Estación, Kurache.