Cuando el fin de los tiempos se aproxime,
Y al orbe desolado
Consuma la vejez, tú, Mar sagrado,
Conservarás tu juventud sublime.
José María Heredia
Por la mañana, caminamos hacia la
terminal de Holguín para escoger el bus que nos lleve hasta Santiago de Cuba,
la ciudad más caliente de la isla y la segunda en densidad de población.
Después de cinco horas, pisamos
suelo santiagueño. Y la plaza de la Revolución, junto al monstruoso monumento a
Antonio Maceo, fue sorprendente como el intenso calor de la tarde. Pues, desde
el cemento, emergía un calor que hacía sudar hasta al más fanático hincha de
River Plate.
Y con nuestras mochilas al
hombro, caminamos por la Avenida de Los Libertadores hasta la parada de un
camión. Nuestro destino era ir al Parque Céspedes, para ubicar alojamiento en
el casco antiguo de la ciudad.
Allí, arrendamos un departamento completo
por $15 CUC (dólares) la noche. En donde descansamos de manera privilegiada con
vista al mar y a dos cuadras del Parque, corazón de la calurosa ciudad.
Justamente, los habitantes viven
con orgullo de su lugar y subrayan las influencias arquitectónicas que componen
el Centro Histórico y sobre todo, el imponente Castillo del Morro (declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO).
Además, de las reliquias urbanas,
Santiago (fundada en 1515) es el lugar de donde partió el por entonces alcalde
de la ciudad, Hernán Cortés, hacia la conquista de México y fue la primer
capital de la isla por la trascendencia de esclavos africanos para trabajar la
tierra.
También, nació el poeta José
María Heredia, uno de los precursores del romanticismo en la lengua española, y
yacen los restos mortales de José Martí, el Héroe Nacional y el más grande revolucionario
y pensador cubano.
Por su parte, el Parque Céspedes,
es eje de reuniones sociales cotidianas, donde todas las noches, cuando la
temperatura oscila los 30°, la gente se acerca a compartir la música y el ron.
Ya que esta ciudad es sinónimo de celebraciones, sobre todo en épocas del
Festival del Caribe.
Pues, su proximidad con Haití y Jamaica
y otras islas tropicales ha dotado a la ciudad de un espíritu caribeño
distintivo que se aprecia en su arte y vestimenta. Aquí, es donde vimos una
gran influencia de Rastafaris, dato que en otras ciudades de la isla, no es anecdótico.
Y siguiendo con la historia de la
ciudad y de la isla, es trascendental mencionar el “Cuartel Moncada”, donde hoy
es un edificio escolar llamado “26 de julio”. Sin dudas, fue uno de los puntos principales
que nos llevó a visitar esta ciudad. Aún, se pueden ver los disparos en las
paredes y el fallido intento de tomar del cuartel por Fidel Castro en 1953: “Los
muros se salpicaron de sangre: en las paredes las balas quedaron incrustadas
con fragmentos de piel, sesos y cabellos humanos, chamuscados por el disparo a
boca de jarro, y el césped se cubrió de oscura y pegajosa sangre. ...yo sé que
sienten con repugnancia el olor de sangre homicida que impregna hasta la última
piedra del cuartel Moncada.” (1)
Fuerte es la imagen de lo que fue
y de lo que hoy en día representa para el pueblo cubano. La historia, viva en
las paredes y en cada niño que estudia en la primaria de este edificio. Nos
fuimos en silencio, interpretando que la historia se puede palpar y sentir, más
allá de estudiarla en un libro o en una web.
Finalmente, después de tres
noches y de caminar entre el gentío y visitar el cine y la casa de la música y
el museo del ron y el puerto, partimos como los caracoles con la casita al
hombro. Una noche cerrada, nos despidió de la calurosa ciudad. El ferrocarril,
era nuestra próxima estación.
(1) Castro Ruz, Fidel (1981). «La
historia me absolverá». La Habana: EDITORIAL: Editorial de Ciencias
Sociales. ISBN.
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