jueves, 13 de agosto de 2015

Estación: Hasta Pronto, Cuba

Cuando eres buen observador, todo el mundo es tu maestro…

Me voy de la isla con el sentimiento de haber concretado mi sueño rojo pero me voy triste, con nostalgia e incertidumbre. Si, con la rara sensación de haber caminado por América Latina, por la carretera y por la historia, en busca de un ideal.

Y me fui de Cuba, con la incipiente bandera imperialista gringa ondeando en el cielo por los fuertes vientos de la revolución. De una revolución que no se cansa pero que como la bicicleta, si uno no pedalea, se cae.
Y acá estoy, frente a una notebook, algo que es casi lejano en Cuba. Porque allí se vive lejos de los iphone, de los laptops, de los celulares y de toda tecnología que separe al ser humano del otro.
Y aquí sigo, respirando la brisa de mar de mi pueblo. Añorando la explosión del cañonazo de las nueve, el atardecer en el Malecón y las calles sin peligros. Los amigos de Camagüey. La compañía de Arístides en Santa Clara. Y la imagen del Che, a lo largo de toda la isla.
Aún sigo triste, porque ni bien pise Buenos Aires, empecé a ver la desesperanza de los niños sin posibilidades a un plato de alimento y a una infancia digna, en la que sólo se dediquen a vivir-jugando.
Recuerdo con nostalgia, cuando camínanos desde Calzada y E, en el Vedado, hacia la Plaza de la Revolución por la Av. Paseo. Recuerdo, que fue una caminata intensa, a la hora del medio día cubano, cuando el sol explota en los cuerpos que habitan la ciudad capital y el aire que se respira, era agobiante como la ofensiva de la columna N°8 de Santa Clara.
Y la incertidumbre, que aún sigue escarbando mis pensamientos, me bañó el cuerpo cuando visualice el epígrafe del Comandante Guevara y de Camilo, ante la mirada de Martí. Y vibré con la historia y con el presente.
Porque en Cuba no hay delitos y por ende no hay inseguridad pero de Cuba se habla y se dice, todo el tiempo. Se habla de “libertad” y en una radio suena Silvio “vivo en un país libre cual solamente puede ser libre en esta tierra en este instante”… Libertad en salud pública y libertad en educación pública y gratuita. Libertad de vestirse con la bandera yankee y libertad de escuchar a Michael Jackson.
Y me guardo para siempre, a Yohan y a Arístides, cubanos de 25 y 72 años, cada cual con sus vivencias y experiencias, defendiendo lo hecho por la revolución y su legado. Y también, los interrogantes que flotan en mi cuaderno de viajes, que aún no supe disipar o que no es el tiempo de resolver.

Próxima Estación, Esperanza...

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