lunes, 2 de mayo de 2016

Córdoba en Bicicleta: Alta Gracia

De nada importa lo que un día hiciste.
De nada importa lo que un día viviste.
De nada importa quien un día fuiste.
Sólo importa todo lo que aprendiste.
- Arnau de Tera -

El sol, tenue, entró sin permiso por la ventana de la vieja hostería y me despertó, su inmensidad. Al mismo tiempo que las flores abrían sus pétalos y los pájaros cantaban su himno mañanero.
Doña María, ya andaba por los pasillos de su hospedaje, haciendo el desayuno a cuatro futuros serviles de la Patria, que con la cabellera rasurada y con la mirada ceñuda, tenían que acudir a sus estudios militares.


En tanto, me acerqué al comedor a servirme el desayuno y María, amablemente, me acercó el café, el pan y el dulce. “Coma bien mi hijo, que tiene que esforzarse en el camino” me dijo con voz de abuela y agregó “¿hasta donde va?”.
Su mirada limpia, me brindó confianza para pedirle que se siente conmigo y le contesté “Hasta Alta Gracia pero si el camino me presenta otro sitio, hasta allí entonces”. Sin entender mucho de lo que le decía, sugirió que vaya con cuidado y que iba a rezar por mí. Le agradecí su amabilidad y me despedí con un beso y un abrazo.
Ya con el equipaje en la bici y con una leve llovizna que limpiaba mi cara, salí a pedalear por la Ruta 38 hacia el sur de Córdoba. Los 16 kilómetros que me separaban de Cosquín, iban a hacer claves para los 70 kilómetros de la jornada. Y pedal contra pedal, me acerqué a la ciudad del Folclore y del Rock Argentino. El río, del mismo nombre, recorre el contorno de la ciudad y por la carretera, se puede apreciar el Cerro Pan de Azúcar, llamado por los pueblos originarios del lugar “Supaj Nuñu” (Seno de Mujer).


Así, me empapé de esta ciudad, de la imprenta de sus paredes ilustradas y maquilladas con arte callejero y de su entorno natural, que avasalla a cualquier ser vivo. Santa María de Punilla y Bialet Massé, fueron las postas de los kilómetros siguientes. Hasta llegar al lago San Roque y su inmensidad.
Allí, relaje la mirada y la intensidad del cuerpo. Sentado al lado del camino, me dejé llevar por el pensamiento y escribí… “Hay cosas que son demasiado grandes para nosotros los seres humanos: el dolor, la soledad y la muerte, sino también la belleza, lo sublime y la felicidad. Para ellos hemos creado la religión. ¿Qué pasa cuando la perdemos? Esas cosas son todavía demasiado grandes para nosotros. Lo que queda para nosotros es la poesía de la vida individual. ¿Es lo suficientemente fuerte como para soportar los abates de la sociedad establecida?”.


Sin respuestas, me hice materia con la bicicleta y rodee por la autopista el final del Dique San Roque para retomar la Ruta 73 y pedalear hasta Falda del Carmen y hacer la última escala de la jornada.
El sol, se había adueñado del cielo, esquivando las nubes y empujando la lluvia hacia otras latitudes y la tarde se iba completando con un vientito caluroso con dirección nordeste.
Así, con el cuerpo casi entero, llegué pasada las 15 horas a la ciudad de 40 mil habitantes pero con vida de pueblo. Histórica y pintoresca localidad, fundada en 1588 por un casco de estancia de jesuitas.


De esta manera, fui a descansar al Hostel Alta Gracia, situado a pocas cuadras del centro histórico de la ciudad. Y a pensar, si vivir es suficiente para ser feliz y que somos criaturas estratificadas, llena de abismos, con almas de azogue, con las mentes cuyo color y cambios de forma se dan como en un calidoscopio que se agita constantemente.

Próxima Estación, Che Guevara

Comparte esta entrada

votar

No hay comentarios: