jueves, 28 de abril de 2016

Córdoba en Bicicleta: Valle Hermoso

"Marcel Proust solía decir que la exploración verdadera no consiste en ver nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos"

El sol ya estaba vestido de manera pomposa por las nubes y yo seguía dando vueltas alrededor de la bici, buscando que todo esté lo más perfecto posible para poder empezar a rodar por las sierras. 


El negro Marcos, fiel a su costumbre de supervisarlo todo, me corrigió el equipaje y colocó el aislante en el volante, “no tiene peso” me aclaró y afirme su apreciación. Entonces, inflé las cubiertas por última vez y me despedí de Yacumama y de su gente.
Sólo, pedal contra pedal, salí vía La Falda. La mañana, gris y con algunos rebeldes rayos de luz, me iluminaron en mis primeros kilómetros por la Ruta 38.
Sin un apoyo humano solvente que te invite a seguir cuando uno flaquea o quiere compartir lo sucedido, fui yo mismo, conversando con mi interior, el que siempre me invitó a ir por más.
Porque entendí, que el verdadero director de nuestra vida, es la oportunidad - un director lleno de crueldad, la misericordia y el encanto cautivador- donde las piernas te piden a gritos una pausa y posteriormente, se regocijan de alegría por lo entregado o el hambre, que a priori te mentalizas parar cada 10 kilómetros y el vientito a favor o una linda pendiente te invitan a seguir un poco más.

Justamente, viajando en bicicleta, lidias con tus egos a pura pasión. Siempre, intentando un poco más. Siempre, mirando hacia el futuro.
Así, pase por el poblado de Capilla del Monte, posteriormente por San Esteban hasta que decidí hacer escala en La Cumbre. Donde descanse en el verde césped de su rotonda para alimentarme y beber sin apuros para respirar el momento, sentir la fuerza de los latidos y para abrazarme a la inmensidad de la Pachamama, que me cobijaba.
Y en el relajo, tuve tiempo de escoger la birome y escribir mis pensamientos: “¿Está de manera que todo lo que hacemos se hace por miedo a la soledad? ¿Es por eso renunciamos a todas las cosas que vamos a lamentar al final de la vida? ¿Es por eso que tan pocas veces decimos lo que pensamos? ¿Por qué si hacemos nos aferramos a todos estos matrimonios rotos, las falsas amistades, fiestas de cumpleaños aburridos?”
Y seguí, en ese instante, no tenía tiempo de responder todas las incertidumbres surgidas sino que aún me separaban 15 kilómetros para llegar a La Falda. Y varios vaivenes ruteros para gastar energías en otras acciones.
Así fue que, pasadas las tres de la tarde, me hice presente en el pueblo serrano, el de las 7 cascadas y verdes y rocosas sierras. Pero la suerte no me acompaño a la hora de alojarme y decidí avanzar hasta la localidad siguiente, Valle Hermoso, esperando un mejor porvenir.


Porque en bicicleta, por experiencia, no es conveniente retroceder y ceder kilómetros ya recorridos. Y Valle Hermoso, fue mi cuna de descanso, un pequeño pueblo anclado en la misma carretera de 6 mil habitantes.
Doña María y su amabilidad, me recibieron en la Hostería Mic-Bel por $200 con merienda y desayuno. Un baño caliente recargado por energía solar y el partido de Boca Juniors por Copa Libertadores, fue la relajación exacta para el día siguiente.

Próxima Estación, Alta Gracia.

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2 comentarios:

Claudia Ñambi dijo...

Hermosas tus palabras! . Viví en Huerta Grande cuatro años y tuve que regresar a Buenos Aires x trabajo. Voy a tomar tu ejemplo de pedaleo para poder seguir un tiempo más en la ciudad y luego poder volver a Córdoba! Abrazooo y a seguir!

Gonzalo Clandestino dijo...

Hola Claudia... gracias por las energías y liberarse, es la cuestión... a veces confunde y en otras oportunidades, nos da alas para decidir... espero que pronto puedas volver... abrazos!!!