El camino se mueve se adelanta,
se atrasa, te lleva para un lado
y te devuelve, te detiene,
te junta, te separa
y te vuelve a juntar… Yiramundi
Después de
pasar la noche en Liviara, un pequeño pueblo de solo 63 habitantes, donde
dormimos con comodidad, partimos rumbo a Minas Pirquitas, situada en el
departamento Rinconada; en el distrito de Coyaguayma, a 355 km de la capital
jujeña.
Según Osvaldo, un pueblerino de
Liviara, “la carretera después de Minas mejora mucho, por el transito de los
camiones que llegan hasta Susques para luego cruzar a Chile por el Paso de Jama.”
Con el frío, como fiel ladero en
estas latitudes, empezamos a rodar los primeros 10 km. Nuestro recorrido, se
hacía sentir en el relieve de alta montaña, con escasa vegetación, y laderas
suaves y escarpadas. El suelo de la RN 40, es rocoso, pedregoso y por momentos,
arenoso.
Después de tres horas, pasado el
mediodía, llegamos a Minas Pirquitas. El viento, cruzado, se hizo sentir en los
últimos kilómetros de pedaleo. Pero no llegamos cansados y sabíamos que al día
siguiente, nos esperaba un día duro, de 62 kilómetros.
Por ende, después de un leve
descanso, decidimos seguir viaje hasta Coyaguayma, un pequeño poblado a 12 km
de distancia. Atrás, íbamos a dejar a una de las localidades más elevadas de la
República Argentina con sus 4271 msnm.
Las localidades de Olaroz Chico
con 4544 msnm, y Pairique Chico, con 4633 msnm, (ambas situadas en la
Provincia de Jujuy), están a mayor altitud, pero eran consideradas hasta el
Censo nacional de 1991 como comunidades rurales dispersas. La mayor localidad
argentina es El Aguilar, una pequeña ciudad minera ubicada en la misma
provincia, con cerca de 4.900 metros de elevación y tiene 3.655 habitantes
(censo de 2001).
Con la intención, de seguir
sumando kilómetros, partimos a un desconocido poblado, en donde los oriundos de
Pirquitas, no nos pudieron garantizar que haya alojamiento, para poder pasar la
noche. Recordamos, que arriba de los 4000 msnm, el frío, a partir de la caída
del sol se hace sentir y mucho.
Finalmente, después de una hora y
media de pedal, llegamos al destino diario. Donde nos cruzamos con la presencia
de Rubén, quién nos habilitó el centro comunal, para poder pasar la noche y
resguardarnos del viento y del frío.
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