pero seguiremos caminando,
porque la "utopía" está en el camino.
Radio Yiramundi
Llegamos cerca de las 5 de la tarde a la ciudad y nos conducimos a un hospedaje que nos habían recomendado los españoles en su paso por aquí. Pues, a 3 km de la plaza principal, está el centro social “La Tinkuna”, en donde le daremos relajo a nuestros huesos.
El ambiente tiene 12 camas, 1 mesa con sillas y además, podemos utilizar la cocina, importante a la hora de ingerir algunos fideos que en la calle no se consiguen.
Dejamos nuestras mochilas y fuimos en busca de Ramiro, el comandante del centro social que estaba en la plaza y al llegar, nos invitó a participar del ritual de la Pachamama.
Rato después, fuimos a cenar con él y 3 amigos más, el cual se encontraba un ecuatoriano que no paraba de hablar de Boca y del “manteca” Martínez, ídolo de varios bosteros y especialmente del Tincho, que lo catalogo mejor que “O fenómeno” Ronaldo.
Finalmente, terminamos en la plaza entre 30 personas hablando del marxismo en América Latina y de la situación actual de Argentina y Bolivia. Una gran jornada. Así empezó y terminó nuestro primer día en Cochabamba.
Al día siguiente fuimos a vender artesanías, estuvimos una horita y la policía local nos retiró del lugar, de todas formas, la incipiente llovizna no nos permitía hacer nuestro trabajo.
Por la noche, el negro viajó a Oruro en busca de Celeste, ellos pasaron la noche allí mientras que yo, recorrí la ciudad, leí a Galeano y di una charla en la plaza sobre el socialismo en Cuba y la revolución permanente. El día gris y algunos chaparrones, fue el escenario del segundo día en esta bella ciudad.
El viernes por la tarde, los yiramundis se unieron y por primera vez en el viaje fuimos tres. Por la noche participamos de la fiesta que organizó “La Tinkuna”, en donde las flautas, las quenas y los bombos hicieron música en la fría noche. Y para saciar la sed con tanta danza, la “chicha” fue la bebida de ocasión. Mucho tomamos, mucho disfrutamos de una noche boliviana. Pues, Anthony, un camarada local me apostó que a la octava jarra quedaba fuera de camino y se equivocó; treinta y dos fueron las que tome y disfrute y por ende, muy tierno fui a darle descanso a mi cuerpo.
Al medio día, partimos rumbo a Villa Tunari, la región del Chapare. Así son nuestros días. Volando venimos, volando vamos, rumbo perdido. Por la carretera.
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