y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba...
Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer,
sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle
alimento y libertad, un hogar dichosos y un porvenir de independencia y en agradecimiento".Emiliano Zapata
Al día siguiente, tomamos un bus hacia La Mesilla (pueblo fronterizo) y luego una moto taxi hasta la línea de frontera. Firmamos la salida de Guatemala y cruzamos la frontera. Una vez en suelo mexicano, hicimos dedo hasta la ciudad de Cuauhtémoc, donde estaba la oficina de migraciones. Sellamos el pasaporte y nos pegamos un abrazo interminable por el objetivo consumado.
En tanto, los dedos del sol, quemaban nuestros cuerpos en la acera, mucho calor radiaba del suelo y el cansancio nos estaba venciendo. Pero aun, faltaban 182 km para llegar a San Cristóbal. Una escala previa en Comitán nos depositó en la ciudad a las 6 de la tarde.
Nos alojamos en el barrio “Emiliano Zapata” en la posada “La cábala del monte” por $50 mexicanos la noche por los dos ($10 mexicanos = 1 dólar). El lugar era cómodo y amplio, pero no teníamos el uso de la cocina, lo que obligo encasillarnos por las noches, en un puesto de empanadas y tacos, muy ricos y baratos.
San Cristóbal, es una hermosa ciudad colonial de calles empedradas y edificios arquitectónicos antiguos. Es una verdadera exposición de colores y sabores con una enigmática cultura indígena. Nosotros, con el afán de conocer el movimiento zapatista en las comunidades indígenas, nos acercamos al Centro de Derechos Humanos Frayba, en donde participamos en el taller “Introducción a la historia zapatista en Chiapas”, con el propósito de participar en los campamentos civiles por la paz que se llevan a cabo en los cinco caracoles (Juntas de Buen Gobierno) del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Para ello, presentamos una carta de presentación de la Escuela de Arte Popular el “Culebrón Timbal” en donde el cordobés fue miembro hasta el año pasado. Una vez aprobado el certificado, que fue arduo por cierto, nos dieron el permiso de participar en la comunidad “La Garrucha” por el transito de una semana.
El Frayba, es una organización no gubernamental que fue fundada en 1989 bajo la cobertura de la dignidad, la justicia y la paz. La cual trabaja, inspirada en la herencia de Fray Bartolomé de Las Casas que, en el siglo XVI, lucho por el reconocimiento de los derechos indígenas americanos, con la población excluida y organizada de Chiapas.
Dentro de la realidad histórica de injusticia estructural que vive México y particularmente Chiapas, imaginamos vivir una experiencia única, donde las personas plenamente autónomas, se organizan y defienden los derechos de su pueblo a la autodeterminación, a la diversidad cultural y a la vida digna.
Nuestro objetivo, será caminar al lado y al servicio de estos pueblos pobres y marginados, que buscan superar la situación económica y política en que se encuentran. Alma al aire. Vuelo sin mapa. Comunidad viva. Siglo XXI. Yiramundi, por la carretera.
Hasta la Próxima Estación… Esperanza.
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