Templo Mayor… Según la leyenda, los aztecas vivían en una región llamada Aztlan Chicomóztoc, situada al noroeste de lo que es hoy México; y del nombre de este sitio derivó la palabra azteca. Al establecerse en Tenochtitlán los aztecas edificaron un Teocalli, que actualmente es la etapa más antigua del llamado Templo Mayor. La ciudad en total constaba de dos recintos ceremoniales: Tlatelolco era el centro comercial más importante del hemisferio. Cuauhtemoc, fue el último emperador azteca. Gobernó menos de un año y fue derrotado por Hernán Cortés. El 13 de agosto de 1521, cayó la ciudad de Tenochtitlán en poder de los españoles, y el grande y esplendoroso imperio azteca llegó a su fin.
Pirámides… La zona de monumentos arqueológicos de Teotihuacán es uno de los sitios prehispánicos más importantes del país. Llamada también, “la ciudad de los dioses” tiene como características principales la calle de los muertos, la piramide del sol y la piramide de la luna, siendo estos, monumentos arquitectonicos de gran envergadura.
El origen de la ciudad se ubica en el año 1 después de Cristo y su caída fue en el 700 después de Cristo, atribuyéndosele causas de diversa índole, esto es, de carácter económico, político-social y ecológico.
Cayeron las monarquías civilizadas de América – Tenochtitlán y Cuzco, eran sus esculpidas cabezas – cayeron esas razas final al golpe brutal de los conquistadores que vencían a los flecheros sutiles con las ruidosas caballerías y los ávidos cañones.
El divino profeta Quetzalcozh anunció la llegada de estos intrépidos destructores y desde entonces, una estrella sangrienta se alargo sobre las llanuras y se ahondo junto a los montes ¡Más de 500 años siendo esclavos y siervos!
Nuestra conquista, revelación de la cara oculta bajo las máscaras, pasa por el rescate de algunas de nuestras tradiciones más antiguas. Es desde la esperanza y no desde la nostalgia, que hay que reivindicar el modo comunitario de producción y de vida, fundado en la solidaridad y no en la codicia, la relación de identidad entre el hombre y la naturaleza y las viejas costumbres de libertad. No existe, creo, mejor manera de rendir homenaje a los indígenas, los primeros americanos, que desde el Ártico has Tierra del Fuego han sido capaces de atravesar sucesivas campañas de exterminio y han mantenido viva su identidad y vivo su mensaje.
¿Quién puede mirar el cielo con dulzura cuando el oprobio de los europeos salió estos nuevos pueblos de América, débiles, incultos y enfermos?
¿Quién puede miar con ojos de dulzura la dulzura misteriosa del cielo si la ignominia y la infamia van a sepultarnos otra vez bajo su estrépito de acero?
Porque estos ojos brillan solamente para el odio y estas manos libres solo piensan en la venganza. Pues, ¿Quién puede volver a mirar serenamente las estrellas, cuando el destino, inexorable y gigantesco, va a aplastarnos con sus maquinas y estallidos?
Hasta la Próxima Estación… Esperanza.
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