Asi como los misioneros
en epocas de mentiras,
aqui estamos nosotros
para revelar la verdad,
la que nos confieza la naturaleza
la que nos hace caminar...Martín Yiramundi.
Luego de un breve paso por Barranquilla, llegamos a Santa Marta, la bahía rumbera de la costa caribeña colombiana. Caminamos un escaso lapso con las mochilas y nos instalamos en el hotel "Miramar" a 50 metros de la playa. Allí, pasamos dos noches de buena vibra, junto a otros "locos" viajeros.
El calor es estas costas es abrumador. La temperatura oscila entre los 34 a 40 grados todos los días pero a diferencia con Cartagena, por la noche la brisa de mar se hace presente en las calles. Su costanera es lo pintoresco de esta localidad, bien pegadita al mar, la arena de la playa se puede disfrutar con la luna por las altas luces que alumbran las playas.
Al norte y al sur, Santa Marta presenta dos opciones: el Rodadero y Taganga. Nosotros, optamos por el sur. Conocido en el folcklore colombiano como "Taganja", creo que no hace falta aclaraciones, pues el nombre lo dice todo. Aquí, la playa es alucinante, una pequeña bahía de pescadores y artesanos. Muchos "locos" en las calles y mucha cerveza en las mismas.
Por lo tanto, cada individuo local que camina por las veredas, es un kiosco ambulante de drogas universales: perico, ganja, cocaína, heroína, crack, ácido, etc, etc. Se te acercan y en perfecto inglés te hablan, cuando saben tu nacionalidad y hablas español, aún más relajados, te dictan la lista nuevamente pero en la jerga colombiana, o sea, te ven "parcero" y más sabrosa se pone la charla.
Así viven por estas costas, con calor. Y viven con cervezas, muchas cervezas y muchas drogas. El colombiano de estas latitudes, vive relajado. Vive "locazo". Viendo que la luna se hace sol cada tanto y mayormente, ellos no lo ven. "De día dormimos y cuando el día refresca salimos a la calle" nos aclara "petete" y "veneco", un colombiano local y un venezolano de padres argentinos. "Yo soy hincha de Boca, sueño con ir a La Bombonera" dice el "veneco" y me da la mano con grandeza por simpatizar con el club de sus amores. "Petete" en cambio, no sabe en que espacio está ni a donde debe ir en un breve tiempo pero lo que sabe, es no perder su costumbre "¿tengo dinero, tomamos un ronda de cerveza?". Compartimos unas birras y nos fuimos a dormir, riéndonos de la vida, de esa vida de "locos" que lleva esta gente en este mundo cada vez más loco.
Hasta la Próxima Estación... Esperanza.
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