jueves, 25 de septiembre de 2014

Regresar de un viaje no es retroceder...


“Estoy mirando / oyendo / con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra / y con las dos mitades del alma miro el mundo...” Pablo Neruda

Parafraseando en mis cuadernos de viaje escribí “Regresar no es Retroceder” y después de unos días de regresar y de no retroceder en el camino, sostengo con fuerzas aquellas palabras que sentí en el bus a casa.


 Tal vez, duele en el cuerpo y en el alma, el regreso a la vida cotidiana y saber que dejas atrás, los días nómades y locos de artesano. Saber, también, que hay otra forma de vivir y que los que nos enseñan en las escuelas y nos muestran en los medios de comunicación es pura farsa.

La ideología de Mercado, en estas latitudes del mapa, funciona casi a la perfección. Pues, muy pocos, se rebelan ante las leyes impuestas de la sociedad y se largan a la carretera como golondrina al viento.

Traicioneros, son los tiempos de estudios encasillados y de trabajos monótonos para “ser” alguien en la vida. Vida, que se deshace entre cuatro paredes y máscaras de plástico, autos de plásticos y comidas de plástico.


Justamente, el viaje y la carretera, los encuentros y los abrazos, dejan atrás estas especulaciones y sentencian verdades desveladas. Verdades, que corrompen la estructura de una sociedad ideal que está basada en la acumulación y en la especulación. Enfrentando al hombre contra el hombre y contra la propia Madre Tierra.

¿Visiones? Nada de eso. Realidades que dejan perplejo a cualquier joven que dejó el escritorio de su oficina para dormir en una plaza, al lado de la ruta o en el patio de una casa amiga. Ambientes, entornos, contextos que sólo se podían observar en las películas o leerse en un libro, se hacen palpables y transforman, en consecuencia, al viajero que no retrocede sino que regresa al barrio que lo vio nacer.

Y la pregunta sería ¿Es el mismo que se fue o es otro que regresa? Nunca somos lo que fuimos. Somos tierra, somos olores, somos colores, somos luces, somos mochileros en el camino. Una estrella que se prende y apaga. 


Todo vuelve y se va y quedan las fotos, los tickets de museos, los boletos de bus, los abrazos de parceros, las risas compartidas, las comidas en comunión, los fulbitos en las playas, los mates en los atardeceres y sobre todo, la conciencia desarrollada para creer que otro mundo es posible.

Radio Yiramundi, por la carretera del amor…

jueves, 18 de septiembre de 2014

El Sueño de Los Viajeros - Raly Barrionuevo

Dos días y uno más
De un sueño que se va
Caminando hacia al fondo de los mares
Así va y así fue la vida
Con encuentros y despedidas
Canciones de papel
Tatuadas en la piel
Y el amparo de un amuleto loco
Y se fue caminando lento
Por senderos de lluvia y viento
Las ganas de volver
Me hicieron partir otra vez
Y hoy saber que volver
No és más que partir otra vez
Rodar, siempre rodar
La vida nada más
Como espejos colgados de los años
Nadie sabe si van o vienen
Si reflejan o si te hieren
Dos dias y uno más
De un sueño que se va
Por caminos sin nombres ni carteles
Y es que el sueño de los viajeros
No atesora ningún regreso
Las ganas de volver
Me hicieron partir otra vez
Y hoy saber que volver
No es más que partir otra vez


viernes, 12 de septiembre de 2014

Estación Purmamarca



El bondi, nos dejo a un lado de la carretera y en el pie de los cerros mágicos que envuelven dicho pueblo. A casi 2200 msnm nuestros cuerpos flotaban ante tanta inmensidad de colores y formas.


Según Argentina Turística, “El Pueblo de Purmamarca (denominación que en lengua aimara significa "Pueblo de la Tierra Virgen") es una vistosa aldea que está circundada al norte por el río Purmamarca y hacia el sur por los cerros que conforman la quebrada que lleva el mismo nombre.

El pequeño pueblo, de tan solo 415 habitantes, tiene construcciones que pertenecen al siglo XVII, lo que brinda una visión interesante del origen prehispánico. La web turística, confirma que “su pintoresco trazado urbano fue realizado en torno a su Iglesia principal de llamativo estilo clásico quebradeño.”

En este dibujo, sobresale la antigua iglesia, declarada Monumento Histórico Nacional y que data de 1648, la cual posee exteriormente muros de adobe y una típica carpintería de cardón en su interior. “De nave única y angosta, cuenta con interesantes imágenes y pinturas cuzqueñas del siglo XVIII que la llenan de historia y tradición dentro del Circuito de la Quebrada. Esta iglesia fue consagrado a Santa Rosa de Lima y detrás de ella se alza el renombrado cerro de los Siete Colores que deleita a todos los visitantes que pasan por la ciudad”.

Nosotros, recorrimos la feria artesanal que rodea la plaza y caminamos los senderos de los cerros. Unos mates amargos y algunas risas, le dieron armonía a nuestro caminar. La imponente Quebrada de Humahuaca, paradisíaco paraje de nuestro país declarado Patrimonio de la Humanidad, es el eje de esta pintoresca área por la que corre el Río Grande y el Cerro de los Siete Colores.

Próxima Estación, San Salvador de Jujuy…

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Estación Tilcara

La Quebrada de Humahuaca tiene su magia. No la vamos a descubrir, nosotros, en este viaje pero es inadmisible no mencionarlo. Mariposear en las montañas y en sus caminos. Respirar el universo. Oler a tierra. Mojarse los pies. Es un viaje sin regreso… 
Así, llegamos a Tilcara, la babylon del norte. A unos metros de la terminal, nos alojamos por $70 argentinos la noche. En una habitación compartida, con agua caliente, cocina y desayuno. Demasiados lujos para unos “patasucias” de la carretera.
Hace algunos años, había visitado esta pequeña ciudad y me lleve la impresión de que todo estaba diseñado para el turismo consumista y en esta oportunidad, pude palpar la misma sensación.

Las ruinas de Pucará, por ejemplo, sólo tienen descuento para los estudiantes de la UBA (Universidad de Buenos Aires) y no para los estudiantes de los otros centros educativos del país. Pero no nos quedamos con esa impresión, y nos movimos por los senderos, que son maravillosos.
De esta manera, disfrutamos una tarde soleada al borde del río Huasamayo y de varios partidos de fútbol de la Liga Tilcareña. En donde la damajuana de vino tinto y choripanes, fueron los principales protagonistas del juego.

Mientras, recuerdo los 8 kilómetros que caminamos para llegar a la Garganta del Diablo, me sumerjo en las letras de Paulo Freire y sigo viajando “Ahora mismo, en el momento exacto en que escribo sobre esto, vale decir sobre las relaciones entre pensar, hacer, escribir, leer, pensamiento, lenguaje, realidad, experimento la solidaridad entre estos diversos momentos, la total imposibilidad de separarlos, de dicotomizarlos. Si bien esto no significa que después de pensar, o  mientras pienso, debo escribir automáticamente, significa sin embargo que al pensar guardo en mi cuerpo consciente y hablante la posibilidad de escribir, de la misma manera  que al escribir continúo pensando y repensando tanto lo que se está pensando, como lo ya pensado”.
La acción y el pensamiento. El viaje y los recuerdos. Lo vivido y lo expresado. Van ligados en el sentir del mochilero y tatuados en el alma de los yiramundi´s…

Próxima Estación, Purmamarca…

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lunes, 8 de septiembre de 2014

Estación Humahuaca

¿Cuál es la razón verdadera
por armas nuevas y rumores de guerras?
Si todos vivimos en esta tierra
que entre maravillas recorremos
¿Será que de todos tememos?

Después de dos noches en la frontera, decidimos seguir viaje por la quebrada y caer a Humahuaca, patrimonio de la humanidad. El bus Panamericano, nos acercó a dicho pueblo cerca del medio día y desde ese momento, comenzamos una agonía en busca de un alojamiento.
Tama, no quería subir más el frío de noche y nosotros, sólo queríamos dejar las mochilas para dormir. Y así fue que hicimos un rally de hospedajes que oscilaban entre los $40 y $200 pesos argentinos la noche cada uno.
Entre inconformismos y discusiones, terminamos durmiendo en un hostel a $50 por cabeza en donde el frío se hacía sentir cuando la luna despertaba en el ocaso del atardecer. Lo importante, fue el agua caliente de la ducha. Sin dudas, atributo fundamental para darle vida a un cuerpo cansado por los viajes.
Así, llevamos nuestros días en el monumento al Ejército del Norte, entre ferias y charlas. El pueblo, te sumerge en la historia de los pueblos andinos, con sus callecitas de piedras y sus casitas de adobe.  No tenemos dudas, que no hay mejor manera de conocer un país, una ciudad, un pueblo que caminarla, perderse y dejarse llevar. Guardar el mapa, seguir el instinto y viajar tras lo que nos llame la atención. Nunca pensamos que íbamos a terminar siendo unos “viajeros patas sucias”,  observando la vida en las veredas,  respirando la historia en las calles, en fin, sumergirnos en la cultura de cada pueblo y ciudad, entre el dialogo y lo incognito.

Próxima Estación, Tilcara…

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jueves, 4 de septiembre de 2014

Estación La Quiaca

Somos la Tierra con todas sus Huellas...
@RadioYiramundi

 El camino de Uyuni a Villazón te desarma los huesos y te hiela la sangre. A las 6 de la madrugada, el bus estaba en marcha para partir. Abrigados hasta la cabeza, nos sumergimos en una heladera con ruedas. Leo, que no hizo caso a nuestras recomendaciones, no viajó con la bolsa de dormir y sintió a flor de piel las bajas temperaturas del altiplano andino.
 En el trayecto, uno va pensando como el paso del tiempo se hace añicos en las ventanillas del bus: las montañas que nos abrazan nos hablan del pasado y el camino de ripio de la inexistencia del capitalismo. El conductor, por tramos, caminas las huellas dibujadas en la Pacha y cruza ríos y arroyos a falta de puentes y carreteras.
En tanto, en el interior del viaje, una cholita, saca una empanada de su bolsillo, y muerde y mastica, mientras se respira polvo. Algunos tocen y otros beben agua. Tamara, trata de sucumbir el sueño y quién escribe, anda de revoluciones estomacales.
Así, fue el camino hasta Tupiza. De amores y odio. De viento y frío. De calor y mareos. El bus, se despejó casi en su totalidad y sólo quedamos nosotros y dos españoles. 
Por caso, fuimos a parar a una combi para terminar el recorrido y al fin, desembarcar en la frontera. El camino de asfalto y las curvas, fueron el escenario final de este relato.
La bandera Argentina, se divisaba a lo lejos y a su vez, muy cercana. Después de unos largos meses, volvíamos a sentir el humo del choripán, el boludo constante y el che pausado de los pueblerinos.
La Quiaca, se vistió de fiesta. Nosotros, estábamos alegres. Y el sol, nos inundó de energía.
Pues, aunque en este mundo, calculemos todo y le pongamos nombre propio, da igual porque las matemáticas no tienen alma porque somos pasión y vivimos a sangre caliente... A r g e n t i n a !!!!!!

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martes, 2 de septiembre de 2014

Estación Argentina

Nos estamos yendo de Bolivia y de su historia. Pisoteada. Esclavizada. Liberada. Independizada. Comercializada. Revolucionada. Hoy, vive una nueva era. La era de la EVOlución.
Quizás, en lo personal, haya renegado más de lo cotidiano en este pequeño país andino del cono sur. Pues, en mi quinta visita a esta tierra de contrastes y diversidades, me ha florecido el enojo hacia su idiosincrasia.
Pero como escribió hace un tiempo, Nacho Ordoñez, Bolivia es “Una tierra muy generosa para los viajeros quienes desde antaño hasta hoy la eligieron como vía hacia el aprendizaje, la diversidad y la convivencia. Todas estas cualidades tan especiales junto con un habla común, aunque ni mucho menos exclusiva, son lo que ha hecho que este estado mental atraiga continuamente a los nómadas del tercer milenio”.
Sin dudas, es un camino espacio–temporal que combina restos de culturas ancestrales con la cruz, el mestizaje, la idiosincrasia y la hoja de coca.

América si
 América financia el desarrollo
de Europa con nuestra plata y nuestro oro
Bolivia financia el renacimiento
con sus riquezas y millones de indios muertos
América no tuvo defensas
contra el saqueo y la pólvora
bajo las nuevas leyes de Europa
al invasor pertenecen las tierras.

América no tuvo defensas
contra el saqueo y la pólvora
bajo las nuevas leyes de Europa
al invasor pertenecen las tierras
En nombre de dios te sometes o te mueres
Indio sin alma a dicho a la santa iglesia
prefiero morirme e irme al infierno
y no toparme nunca más con un cristiano
Y de este lugar
y de este lugar
se llevaron todo hasta la libertad
y en este lugar
y en este lugar
hay a muchos que la historia les da igual
Siglos oscuros me desgarran, me desgarran la voz
destruyeron nuestra cultura impusieron su dios
sus descendientes lavan sus conciencia con caridad
y avalan un sistema lleno de desigualdad
Indios, mestizos, zambos, negros y mulatos
seguimos todos fuera del sistema
que nos margina de lo que nos queda
educación salud y nuestra hermosa tierra
Y este lugar, y este lugar
tiene tanta tierra, tiene tanto mar
Y este lugar, y este lugar
A tantos niños que puede alimentar
Siglos oscuros me desgarran, me desgarran la voz
destruyeron nuestra cultura impusieron su dios
sus descendientes lavan sus conciencia con caridad
y avalan un sistema lleno de desigualdad
Y este lugar, y este lugar
tiene tanta tierra, tiene tanto mar
Y este lugar, y este lugar
A tantos niños que puede alimentar.
Evelyn Cornejo

lunes, 25 de agosto de 2014

Estación Salar de Uyuni

El paisaje nos sorprendió acariciando nuestra vista ante una inmensidad blanca que se perdía en un horizonte continuo con el cielo azul. 


Todo alrededor de nuestros ojos era sal: sólida, transparente, radiante, luminosa. Kilómetros interminables cubiertos de un mar extinguido hace años que dejó su huella allí en esta tierra boliviana que, paradójicamente, hoy reclama la salida al mar que Chile se encargó de robarles.
Quema el sol tenue en este desierto de sal y la inmensidad se hace luz en nuestras retinas que palpitan y saben a sal de la vida. 
Visitamos el hotel de sal, el museo de sal, la isla Incahuasi y finalmente, el hogar de antepasados que dejaron sus cuerpos (momificados) en cuevas de piedras que hoy sirven de atractivo para los visitantes de Uyuni.
Alrededor de las seis de la tarde regresamos exhaustos de vuelta al hotel. Nos dimos un baño de agua caliente y nos acostamos a dormir. 
Al otro día bien temprano, de madrugada, partíamos hacia Villazón, frontera con Argentina para abrazar nuestro retorno al hogar, al asado, al fernet con pomelo, a la patria del fútbol, a la tierra del Diego…

Próxima Estación, Argentina...

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sábado, 16 de agosto de 2014

Estación Uyuni

Partimos de cerro Rico con el alma atiborrada de sensaciones que sólo pueden ser sentidas, ni nombradas, ni escritas, sólo vividas y palpadas con el cuerpo. Dejamos allí amigos sinceros, a los cuales quizás no volvamos a ver nunca mas en nuestras vidas. 
 Sin embargo quedarán en nosotros por la posteridad pues una parte de ellos quedó guardada en nuestras memorias, en nuestras retinas y en nuestro inconciente colectivo; nos recorre la sangre y nos impulsa al ejercicio de la memoria y la trascendencia.

Desde Potosí, tomamos un bus con destino a Uyuni: nuestro próximo destino pisar la sal que en esas tierras se funde. Por 75 bolivianos ($115) viajamos como se viaja en Bolivia: con frío y secos de sed y de tiempo. Llegamos al mediodía, un domingo de sol. Tama esperó sobre la calle mientras Leo y Pechu salieron a “patear” en busca de un alojamiento donde dormir y descansar un poco. Fue dura la travesía en busca de una morada que nos cobije y terminamos parando en el mismo lugar en el que Pechu durmió tres años antes cuando visitó el salar junto a los yiramundis Marcos y Celes.
Caminamos a paso lento, admirando calles grises y mercados sobre las veredas, una voz en el camino se avecina a la acera y nos grita: - ¡Duerman acá, argentinos!-  haciendo caso omiso, seguimos marchando hacia nuestro nuevo hogar: Residencial Las Marías a 200 bolivianos ($300) por las dos noches que moramos en la última parada boliviana.
Luego de instalarnos, salimos a recorrer la ciudad en busca de alimento para nuestros cuerpos y nuestra alma y nos encontramos con la inhospitalidad del capitalismo y las leyes del mercado que funcionan óptimamente en la totalidad de las calles de cada pueblo que pisamos, pero esta vez, a diferencia de otras tantas, nuestras mentes se cansaron del desatino que genera la importación de conciencias que sólo responden al interés monetario y te dejan desarropado en medio de la calle sin frazadas, si comida, sin amparo.
Nuestra intención era comprar mandarinas para nuestro amigo Leo, por las mismas nos querían cobrar el doble de lo que habíamos pagado en Potosí y en Oruro. Lo mismo pasó cuando tuvimos la intención de comprar harina: el precio fluctuaba según nuestras caras y según la intención del vendedor. 
En cada negocio, nos encontramos con la misma regla y cansados de esta estafa constante, estallamos en rabia y  por nuestros hermanos bolivianos que, como nos veían blancos nos trataban como gringos, condicionados (como ellos mismos tantas veces en la historia) por nuestro color de piel.
Cayendo la noche nos dispusimos a buscar una agencia de turismo que nos llevara al salar por un precio razonable. Finalmente intercambiamos arte de nuestras manos y logramos una rebaja en la tarifa para los tres yiramundis: pagamos el tour de un dia $360 bolivianos ($500).
Al otro día, a media mañana, una camioneta nos esperaba para partir hacia el salar.

lunes, 11 de agosto de 2014

Estación Sumac Orcko (Cerro Rico)



Un tour a 210 bolivianos ($330 argentinos) nos alcanzo hasta el “cerro rico”, la montaña sagrada; el gran Potosí.
Desde el interior de las entrañas de la Pacha, sus hijos mineros le rinden culto cada día y, en la oscuridad de sus venas, le encienden un pucho al “tío” para que los ampare dentro del vientre de la gran madre.
Es primero de agosto, el sol nace resplandeciente entre las orillas de la cordillera. El gran cerro se viste de colores para agasajar en su día a las madres de todas las madres.
Nos disponemos a subir a la cima más alta, a casi 5000 mts de altura, los hombres de la pacha esperan el mediodía para degollar una llama y verter su sangre sobre los cimientos de la mina Potosí:-“En agradecimiento por todo lo que la tierra nos brinda y también para que nos cuide cada día cuando ingresamos en la mina”- nos cuenta Sanon, un minero que desgasta sus días trabajando en la mina de Potosí desde los ocho años: –“Mi papa también era minero y también es minero mi hijo de 18 años”-“Voy a morir siendo minero como murió mi viejo”- y a los 56 años lo despidió corroído por la enfermedad de la mina.
Y así, con ese ensueño que sorprende, se van desprendiendo otros sueños de los interiores del gran cerro en cuyo vientre tantas almas descansan y otras no descansan en la labor de llevar el pan cada día a la mesa:-“El año que viene voy a estudiar ingeniería- me cuenta Carlitos- porque no quiero decirle a mi hija que soy un simple minero”- y sus lagrimas escenifican la dura vida de un jovencito de 22 años que parece cargar con 40 sobre sus espaldas.
Día tras día esta familia de mineros trabajan de sola sol rescatando de la mina la sobra que dejaron los españoles hace ya siglos atrás. A diferencia del yugo de la conquista que piso cabezas, descuartizo cuerpos, mato niños, mujeres y viejos y exprimió al gran Potosí hasta dejarlo seco; estos hombres se asocian en cooperativas y le devuelven a la tierra el amor que ella les brinda: la cuidan, le hablan, le ofrendan y reintegran a la madre, lo que la madre les da.
Se hicieron las doce del mediodía, el ritual fue consagrado. Fue vertida la sangre derramada y los órganos del animal enterrados para disfrute del suelo. Como grandes hermanos, los mineros nos invitaron a terminar de consagrar el gran día y todos juntos celebramos al calor de las brasas, la carne asada de la llama sacrificada. Bebimos  “caballo blanco” (alcohol con sprite) y cerveza: un sorbo para la pacha y otro sorbo para el alma.
Hermanados en una fraternidad sin descripción, comulgamos como una gran familia y esta Pacha sumamente herida, se sintió feliz de haber parido a estos hijos de su sangre.
Cada mirada de contemplación fue un pedido de perdón a nuestros hermanos bolivianos tan dignos de esperanzas y escasos de oportunidades, que desgarran cada día sus espaldas para sacar mucho, poco o nada:-“depende el día”-nos dicen.
Encerrados en el circulo vicioso de un sistema que fabrica desesperanzas, abrazar las voces de los mineros significa escuchar la voz de los sin voz y sentir como propia la injusticia sufrida durante siglos sobre los cuerpos y las vidas de nuestros hermanos desposeídos. Pues cuando muchos de nosotros gastamos el tiempo de trabajo dejando horas de sueños o momentos con la familia, cada uno de estos hombres, al ingresar a la jornada laboral, dejan la vida y enferman su cuerpo.
Fue cayendo el sol y la luna se hizo cómplice del acontecimiento. Abandonamos el campamento de regreso al hotel. Embriagados de tanta hermandad, alcohol y conciencia caímos en la realidad de la historia vivida y sentida: nos vendieron un tour a las minas y agradecidamente, nos llevamos la historia viva de los mineros, donde la ficción y la realidad están entrelazadas a fuego y espada con el pasado y con el presente.
Al otro día partimos de Potosí hacia el sur mas nuestros hermanos quedaron allí, presos y libres al labor de cada día, a desgastar un poquito más la vida para recuperar la dignidad que merecen, que les pertenece y que les han robado, arrebatado hace cientos de años y que, todavía, no pueden recobrar.

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Estación Potosí



De Oruro a Potosí, el camino se hizo bien cabrón. El bus, paraba a cada rato y nuestros cuerpos, cansados y deshilachados, ya no soportaban el traqueteo de la carretera. Después de 5 horas, llegamos a la nueva terminal y en taxi, nos dirigimos al casco antiguo de la ciudad para alojarnos en Felcar por 100 bolivianos los tres.
Allí, pasamos nuestras noches, reconfortados por tanta inmensidad e historia. Pues, en esta oportunidad, no describiré la ciudad porque ya lo hice en 2011 y entendí que la mirada no ha cambiado mucho desde aquel entonces… los dejo con mi pluma y con lo que somos:  


“En nuestros días, Potosí es una pobre cuidad de una Bolivia pobre” Eduardo Galeano
Nos esperaba 230 km por los picos más altos de la Pachamama. El gobierno actual, está asfaltando las carreteras y un nuevo camino nos llevó a destino.
Paramos en la vieja estación y nos hospedamos en un alojamiento por $20 bolivianos la noche. Nos acompañaron en esta aventura, los amigos israelitas que conocimos en el salar. La ciudad más alta del mundo, nos acobijo con los brazos abiertos y con el cuerpo pobre.
Cualquiera que llegue hoy a las puertas de Potosí, principal artífice del esplendor de Europa entre los siglos XVI y XVIII, siente frío en la sangre. Con cerca de 2.000 millones de onzas de plata sacadas de su Cerro Rico durante la Colonia, esta urbe, que pavimentaba sus calles con adoquines de plata, impulsó el Renacimiento y contribuyó a financiar la Armada Invencible. Hoy, Potosí es una ciudad moribunda.
Las calles están envueltas por la mugre y por los mercados, que en los fines de semana, cubren las grandes avenidas con toldos y fierros para poder subsistir vendiendo ropa, electrodomésticos, bicicletas, celulares y hasta carnes y frutas.
Nuestros días, dieron su rédito y sentimos una gran admiración por este pueblo. Recorrimos el casco antiguo, dónde las grandes iglesias y templos, llenaron nuestras retinas. Si uno pierde el sentido de orientación, por las calles angostas y por las pequeñas veredas, pareciera que estaría uno caminando por Cartagena de Indias o por Cusco, ciudades que quedaron marcadas a fuego por la espada filosa de la colonia.
Las lecciones que dio la historia de Potosí en su larga vida tienen que servir para que en la actualidad y en el futuro se pueda sacar provecho de estas concesiones que dio y da la naturaleza, pero en beneficio del pueblo boliviano.
Hasta el momento eso no parece pasar, los medios de comunicación y los gobiernos regionales, ocultan a la gran población los explotadores y la existencia misma de estos recursos.