lunes, 11 de agosto de 2014
Estación Potosí
De Oruro a Potosí, el camino se hizo bien cabrón. El bus,
paraba a cada rato y nuestros cuerpos, cansados y deshilachados, ya no
soportaban el traqueteo de la carretera. Después de 5 horas, llegamos a la nueva
terminal y en taxi, nos dirigimos al casco antiguo de la ciudad para alojarnos
en Felcar por 100 bolivianos los tres.
Allí, pasamos nuestras noches, reconfortados por tanta
inmensidad e historia. Pues, en esta oportunidad, no describiré la ciudad
porque ya lo hice en 2011 y entendí que la mirada no ha cambiado mucho desde
aquel entonces… los dejo con mi pluma y con lo que somos:
“En nuestros días, Potosí es una
pobre cuidad de una Bolivia pobre” Eduardo Galeano
Nos esperaba
230 km por los picos más altos de la Pachamama. El gobierno actual, está
asfaltando las carreteras y un nuevo camino nos llevó a destino.
Paramos en
la vieja estación y nos hospedamos en un alojamiento por $20 bolivianos la
noche. Nos acompañaron en esta aventura, los amigos israelitas que conocimos en
el salar. La ciudad más alta del mundo, nos acobijo con los brazos abiertos y
con el cuerpo pobre.
Cualquiera
que llegue hoy a las puertas de Potosí, principal artífice del esplendor de
Europa entre los siglos XVI y XVIII, siente frío en la sangre. Con cerca de
2.000 millones de onzas de plata sacadas de su Cerro Rico durante la Colonia,
esta urbe, que pavimentaba sus calles con adoquines de plata, impulsó el
Renacimiento y contribuyó a financiar la Armada Invencible. Hoy, Potosí es una
ciudad moribunda.
Las calles
están envueltas por la mugre y por los mercados, que en los fines de semana,
cubren las grandes avenidas con toldos y fierros para poder subsistir vendiendo
ropa, electrodomésticos, bicicletas, celulares y hasta carnes y frutas.
Nuestros
días, dieron su rédito y sentimos una gran admiración por este pueblo.
Recorrimos el casco antiguo, dónde las grandes iglesias y templos, llenaron
nuestras retinas. Si uno pierde el sentido de orientación, por las calles
angostas y por las pequeñas veredas, pareciera que estaría uno caminando por
Cartagena de Indias o por Cusco, ciudades que quedaron marcadas a fuego por la
espada filosa de la colonia.
Las
lecciones que dio la historia de Potosí en su larga vida tienen que servir para
que en la actualidad y en el futuro se pueda sacar provecho de estas
concesiones que dio y da la naturaleza, pero en beneficio del pueblo boliviano.
Hasta el
momento eso no parece pasar, los medios de comunicación y los gobiernos
regionales, ocultan a la gran población los explotadores y la existencia misma
de estos recursos.
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Etiquetas:
América Latina,
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