y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Estación Cúcuta
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos
y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
Gabo
Es difícil cerrar una etapa cerrar una etapa y Venezuela, es
una de esas tierras en las cuales uno no se puede ir sin congoja alguna porque
es caliente, es amable, es paradisiaca, es rebelde y por sobre todas las cosas,
es chavista.
Entonces, para que la pena se ahogue por la carretera,
decidimos subirnos al bus y que nuestro destino sea bajo otra bandera pero con
los mismos colores, Colombia.
Para esto, partimos de Cumaná a las 7.30 am y llegamos a
caracas pasadas las 16 (el pasaje nos costó 250 Bs. c/u). Cerca de las 20
horas, viajamos de la ciudad capital hacia San Cristóbal por 450 Bs. c/u.
Mediante el viaje, habíamos pensado dormir allí para
descansar el cuerpo y seguir viaje al otro día pero como las elecciones
presidenciales colombianas hacían presumir el cierre de la frontera por unos
días, nos subimos a un carro junto a una familia venezolana y sin escala,
rumbeamos hacia la tierra del café y la salsa.
Justamente, la frontera no era igual a todas las salidas de
un país que nos tocó atravesar en otra oportunidad: había un par de tanques,
una compleja barrera móvil, unos cuantos policías y soldados armados con
uniformes de campaña.
Pues, superamos incontables controles y en San Antonio,
sellamos la salida de la Rep. Bolivariana de Venezuela. Paso siguiente, fue
seguir viajando hasta el Puente Internacional Simón Bolívar y visar el ingreso
a Colombia.
Con el sol, en lo más alto del cielo, llegamos a Cúcuta para
poder dormir en una cama luego de 30 horas de viaje.
Sion dudas, Cúcuta, es tierra caliente. En donde el calor
supera los 30 grados y el andar de miles de carros y motos que transitan la
ciudad, le dan más voltaje a la temperatura ambiental.
En fin, vamos sin prisa porque éstas son pésimas consejeras.
Nos gusta el tiempo que nos toca vivir. Aunque estamos con dudas: ¿la libertad
o la esperanza? Qué cantidad de cada una será conveniente para no hacer
incomible lo que nos espera. Llegando a este punto, nuestro destino es el viaje
y no la meta.
Próxima Estación, Bogotá…
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