Alrededor de las 21:00 hs se encendió el fuego sagrado de la parrilla del rancho al mando de Nico “el cabeza” Pieroni y Juanchi Machado y el Tano Ricci como ayudantes consagrados. El menú: hamburguesas y lomito a la parrilla. También hubo menú vegetariano para las amigas de siempre.
jueves, 8 de mayo de 2014
Estación: “La Previa”
Santa Teresita: Jueves 01 de
Mayo
Una vez más
nuestro rancho se vistió de fiesta. Nos encontramos en un tierno abrazo
fraternal, un abrazo cálido, eterno. Un abrazo de esos de los que cuesta
desprenderse, casi desesperadamente reímos como locos: treinta locos riendo en
fraternidad.
Alrededor de las 21:00 hs se encendió el fuego sagrado de la parrilla del rancho al mando de Nico “el cabeza” Pieroni y Juanchi Machado y el Tano Ricci como ayudantes consagrados. El menú: hamburguesas y lomito a la parrilla. También hubo menú vegetariano para las amigas de siempre.
Entre Fernet con
pomelo y música y risas; así casi descuidadamente la noche nos fue acercando
hacia el ritual de despedida. Una despedida que comenzó recibiendo el nuevo año
y nos encontró desvelados el 1 de mayo.
Cuan trabajadores
de la vida, brindamos ininterrumpidamente por los abrazos postergados, por la
carne a la parrilla, por la patria fernetera y, especialmente y por sobre todo,
por la ruta que nos esperaría el 6 de mayo camino a Caracas.
La noche nos
encontró bailando al son de una rola de kapanga, una rola que nos invitaba al
insomnio, que nos permitía aletargar por unos minutos más las cuerdas del
reloj.
Cantamos,
bailamos, volvimos a cantar y a reir a carcajadas. La risa fue la invitada de
honor en esta fiesta de locos.
Fuimos gastando
las cuerdas de la noche y los amigos fueron partiendo. Nos dejaron deseos de
los buenos, nos llevaron el alma de pila para el viaje. Dejaron la parrilla
vacía, y algunas manchas de vino tinto desparramadas por el suelo. Y también
nos dejaron llenos de nostalgia…
“Esta es una
fiesta de locos pero no soy el único que está loco…” treinta locos más nos
acompañan, los cargamos en nuestras mochilas rumbo a Venezuela.
Buenos Aires:
Viernes 2 de Mayo
Partimos de
Santa Teresita a las 16 horas y nos subimos al auto del “pelado” rumbo a la ciudad
de Bs As. Con nostalgia y recelos, cerramos la puerta de nuestro hogar y
dejamos allí a nuestro mejor amigo: Guevara.
Unas lagrimas
salieron de nuestros ojos al verlo ahí, llorando también, sabiendo que pasarían
4 meses para volverlo a ver, teniendo la certeza que muchas tardes como esta,
estaríamos deseosos de abarazarlo, apretar sus orejas y dormir pegado a su
hocico.
En Babylon nos
esperarían más amigos, hermanos y despedidas.
Allí brindamos
junto al negro Niggli, Celes, Gamu, Debi, Romi y el negro Pérez. Hubo cervezas,
picadas y nuevamente, el domingo nos sorprendió comiendo un asado en el patio
de la morada de Gamuza.
Lunes 5 de Mayo
Alrededor de las
20 hs comenzamos a acomodar las mochilas para el viaje. Ingrata sorpresa nos
cacheteó en la mejilla cuando nos dimos cuenta que habíamos olvidado los
pasaportes en Santa Teresita.
Con un nudo en
el estómago, en medio de una escena que nada debe invidiarle a una tragedia
clásica, llamamos a la familia para que hurgaran en nuestro rancho con la
ilusión de encontrar los documentos.
En tiempo record,
sonó el timbre del depto del negro Niggli y el hombre más hermoso del mundo,
nos rescató de la tragedia para conducirnos nuevamente a nuestro cuento de
fantasías.
Rumbo a ezeiza,
los nervios fueron tejiendo la acidez estomacal. Buenos Aires apenas comenzaba
a despertar y la noche nos encontraba rodando en la autopista rumbo al
aeropuerto.
El auto, nos
conducía hacia nuestro sueño. Las mochilas viajaban serenas, pasaporte en mano,
partimos rumbo a Lima.
Lima: 6 de Mayo
En el aeropuerto
anduvieron nuestras mochilas mareadas, gastadas, aburridas y cansadas de rodar
por el espacio carcelario que significa ingresar en un aeropuerto. Vigilancia
absurda, desgastante, agotadora. Una procesadora de tolerancia que espera
constante del permiso.
Dadas vueltas
hasta el mareo, chequearon mochilas, camperas, y hasta zapatos y cinturones. Pasaportes,
pasajes, caras, nombres y nacionalidades.
Durante el vuelo
una turbulencia volvió a retorcer nuestros nervios ¿Quién dijo que en el cielo
sólo existe la calma?
Y entonces
miramos por la ventanilla mientras el avión se elevaba, pasamos el nubarrón que
cubría el cielo de la ciudad de Lima y un sol nos abrazó entre las nubes.
Volamos alto, donde la claridad descubría la tormenta. Todo existía en ese
cielo: estaban allí los colores de nuestra bandera, nuestros ángeles sonriendo,
todos los dioses saludando nuestro paso.
Entonces,
respiramos profundo y el mareo pasó, sonreímos y nos quedamos dormidos.
Próxima Estación,
Caracas…
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