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martes, 29 de julio de 2014
Estación Camino al Machu Picchu
De Cusco a Aguas Calientes
Mientras observo la página en blanco, me rasco la barbilla,
pensando en la ardua tarea de escribir el viaje hacia el Machu Picchu.
¿Por dónde empezar? ¿Qué detalles redactar? ¿Juzgarlo o solo
describir lo acontecido? Pues, intentaré meterlos en el viaje, sudando a
nuestro lado para que sientan nuestras vibraciones.
Bien temprano, sumergidos en una atmósfera viajera, partimos
rumbo a Hidroeléctrica, paso previo por Urubamba, Ollantaytambo, Santa María y
Santa Teresa.
Vale aclarar que no solo fue un rally de ciudades y pueblos,
sino un viaje agotador por las montañas de la Madre Tierra: cuestas, curvas
contra curvas, puentes, empedrado, pavimento, ripio, precipicios y sobre todo,
un conductor inapropiado para dicho recorrido.
El valle sagrado, se acontece violentamente de esta manera
pero tampoco quisimos ser parte del sistema establecido y abonar los u$s 85 que
cuesta el puto tren de Cusco a Aguas Calientes.
Por entonces, cerca de las 17 horas llegamos a la estación
Hidroeléctrica, en donde le dimos comienzo a la travesía por las vías del tren.
Los 11 kilómetros que nos separaban del pueblo se vivieron
con diferentes matices. Cada uno, sintió la experiencia en carne propia:
algunos la gozaron, otros lo sufrieron y todos la volamos.
En el camino, la estrella de fuego se apagó y la oscuridad
envolvió nuestros cuerpos en el tramo final. Las linternas, hicieron de faro
para iluminar nuestro andar.
Aguas calientes
Una vez en el pueblo, sufrimos el acoso del capitalismo en
su mayor esplendor. Los hoteleros, atribuyendo que era temporada alta, subían
los precios por “la oferta y la demanda” haciendo un estudio de mercado según
la ocupación de sus habitaciones.
Por esta situación, tardamos casi 2 horas en alojarnos en el
Hotel Wayna Picchu por 20 soles cada uno con servicio de agua caliente, toallas
y WI FI.
Allí, pasamos dos noches de mucha emoción y cansancio, ya
que fuimos temprano a la ciudadela (ver aparte) y para iniciar el camino de
vuelta, el último día nos acostamos temprano para preparar la caminata de
regreso.
De Aguas Calientes a Ollantaytambo (KM 82)
Con las retinas henchidas de paisajes. Con los pulmones
inflados de emociones y con los corazones latiendo con la historia, empezamos a
caminar en el kilómetro 110 hacia la meta final del 82. Las mochilas iban
cargadas de frutas, agua, mate y algo de ropa.
A los 28 kilómetros de recorrido, decidimos partirlos para
que el viaje resulte placentero y no una carga para nuestra memoria. Entonces,
cada 5 Km caminados, hicimos una pausa para alimentarnos y refrescarnos.
Pero no sólo de frutas y agua, alimentamos nuestros cuerpos,
la energía que llevábamos encima y la que íbamos recargando a cada paso, fue lo
que provocaba nuestros movimientos.
Así fue que cada una hora y media fuimos descansando y
meditando lo realizado, lo transitado. Aunque, pasarán muchos días, quizás
meses o años en comprender el viaje exterior y el interior.
Porque en este viaje, la mente queda presa de la luz, del
espacio, del viento, de las temperaturas y de la historia. Y es en él donde
buscamos los valores espirituales del retiro, no para escapar de la realidad,
sino para descubrirla.
El kilómetro 82 no fue un destino. Fue el comienzo de un
nuevo viaje por la vida, donde ya no habrá piedras ni rieles de ferrocarril que
entorpezcan el camino sino que habrá abrazos, encuentros, alegría y llantos por
lo sucedido.
Recomiendo este camino. Lo describo con pasión cada vez que
un viajero me consulta sobre el mismo. Nunca había pensado en hacerlo una vez y
menos aún, después que Tama y Leo, se animaran, en realizarlo en dos
oportunidades.
Gracias Pacha querida, sin ti, sería un plástico más del
inmundo sistema capitalista…
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Estación Cusco
Llegamos a la capital incaica desde Ica. Allí arribamos a tomar el bus que
saldría a las siete de la tarde sin embargo, partió tres horas después de lo
establecido.
La
oferta y la demanda son la causa prima que prioriza cualquier excusa en boca de
los vendedores de pasajes en las
terminales peruanas. Vendiendo derechos al mejor estilo libre mercantilista,
los precios de los pasajes aumentan de un día para otro hasta en un cincuenta
por ciento y sin previo aviso. Así, los bolsillos de los consumidores se vacían
en un itinerario cuyo destino final es la máxima expresión de la plusvalía
capitalista: - “Son fechas patrias, por eso el aumento”
-“¿Pero
si ayer vine y me dijiste que el pasaje salía cuarenta soles?!¿Cómo puede ser
que de ayer a hoy haya aumentado el doble?!”
-“Los
precios vienen de Lima. Nosotros no los ponemos”. (…)
-
“¡En su país será como usted dice, pero acá las cosas son de este modo”!
Y
entre dites y diretes, las objeciones y
argumentos corrían abruptamente por la ruta de la desconsideración y el abuso.
Y entendimos, entonces, las reglas de este circo capitalista que nos somete a
determinaciones extremas y actitudes despiadadas que se repetirían lo mismo en
Cusco que en Lima, igual en Ica que en Aguas Calientes, en Cochabamba que en
Oruro.
Finalmente,
pagamos los pasajes y dieciséis horas después llegamos a destino. El viaje fue
algo así como el calvario de tres peregrinos que se encaminan hacia la redención.
En un bus “de primera”, ahogados por el calor del sol, transitamos la carretera
sobre ripio duro, entre cornisas de acantilados subiendo tan alto que podíamos
tocar las nubes con nuestros dedos.
Nunca
llegaban las tres de la tarde a posarse en el reloj. Se aletargaba la llegada
sumida en la espera de la ciudad perdida.
Con
los cuerpos exhaustos y la mente adormecida, bajamos del bus en la terminal
cusqueña. Ahí mismo, casi al mismo tiempo en que volvíamos del
desfallecimiento, Yuri nos ofreció hospedarnos en su hostal. Yuris Hostel house cuenta con una cocina y
baño con ducha caliente. Pagamos quince soles cada uno en las noches que allí
nos hospedamos.
Hermosa
ciudad Cusco. Por sus calles de piedras adoquinadas la historia se camufla
entre muros incaicos y recuerdos mudos, disfrazados de incas modernos que se
venden por una foto y hoteles de lujo. Cada rincón de sus esquinas recoge
leyendas de civilizaciones antiguas escritas por españoles en lenguas
vernáculas.
El
silencio de los olvidados se hace eco en los muros vivos que despiertan una
conciencia muerta: se revuelven los cuerpos mutilados de la historia entre el mercado San Pedro y
las iglesias de la corona. Llora Tupac el desapego de la memoria clausurada por
el sistema. Mira a su pueblo doblegarse ante el vil metal de los
conquistadores. Solitaria y nuevamente conquistada, ciudad incaica que hoy
vende los resabios de su historia a la malicia capitalista que todo lo corrompe
y todo lo convierte en un producto del mercado.
El
show de la conquista encuentra su trono a orillas de “la gran montaña”: desde
Cusco a Aguas Calientes, el regocijo del mercado silencia las voces de los
desterrados y la historia derrotada, comercializada, ultrajada y prostituida,
encuentra su cobijo en los pasos de aquellos que caminamos rezagados,
escupiendo al sistema y haciéndonos eco del recuerdo y la memoria.
Después
de dos días de caminar sus calles, partimos de Cusco temprano, camino a
Hidroeléctrica. A las siete y media de la mañana nos subimos a una combi que
nos conduciría a un encuentro con nosotros mismos.
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sábado, 26 de julio de 2014
Estación Huacachina
La ruta nos estaba esperando y nosotros partimos con la
dolida derrota del mundial pero predispuestos a seguir buscando nuestra
realidad. De Paracas, un taxi nos acercó al cruce de Pisco y la Panamericana
para subirnos a un bus de la flota Flores para hacer escala en Ica y luego
llegar a la laguna de Huacachina.
David, un parcero con el cual compartimos unas tardes en
Paracas, nos había advertido de “la cochinada de Huacachina” por lo que hizo el
hombre en su entorno y comercio. Nosotros, nos alojamos por 15 soles cada uno
en un pueblito organizado para el turismo gringo.
Ya que no cuenta con un mercado o una casa de comidas para
un bolsillo de mochilero. Por ende, nuestra decepción no fue muy abrupta porque
aceptamos de ante mano las palabras del parcero y su vivencia.
De todas maneras, subimos loas altos médanos convertidos en
montañas de arena para apreciar el Oasis de América desde las alturas y lejos
de lo comercial.
A continuación, les describimos como se vende la pachamama en huacachina.com y como pierde su
significado, a pesar de la hermosa leyenda que acompaña a este sitio del mundo:
Huacachina es un pueblito pequeño construido alrededor de un
oasis natural en los límites de un desierto muy seco pero hermoso. Las antiguas
veredas que rodean este bello oasis están armoniosamente acompañadas de bancas
brindando así comodidad y descanso a sus visitantes, además, cuenta con gran
cantidad de palmeras y huarangos (algarrobos) que dan un apariencia confortable
y a la vez exótica al lugar. Detrás del pueblo se encuentran dunas gigantes de
pura arena, de cientos de metros de altura. Cualquier persona podría imaginarse
estar en el Sahara en el noreste de Africa o en los desiertos de Arabia debido
a la similitud del paisaje. ¡Solo faltan los camellos!.
Ubicado aproximadamente a 5 horas al sur de lima, Huacachina se encuentra ubicada a solo 3 kilómetros del centro de la ciudad de Ica. Huacachina recibe una gran cantidad de turistas extranjeros y nacionales que vienen por dos razones fundamentales: algunos desean relajarse y disfrutar de un ambiente agradable y tranquilo bajo el cálido sol, y otros se antojan prefieren la adrenalina de subir las dunas en carros areneros (tubulares) y hacer "sandboard", deporte que consta en deslizarse por las dunas sobre una tabla.
La época dorada de Huacachina data desde 1920 hasta 1950 cuando personas adineradas vinieron de todos rincones del Perú para bañarse en sus aguas, pues se consideraba que poseían propiedades medicinales. Actualmente es claro que la época lujosa quedó en el pasado, y el lugar tiene una apariencia algo distinta porque muchos edificios coloniales no se preservaron bien. Pero no se equivoque: Nunca en la historia de Huacachina se han visto tantos turistas como ahora: es un punto clave para cientos de miles de turistas que año a año visitan este lugar.
Aunque Huacachina es menos famosa que Machu Picchu, Cuzco, y el Lago Titicaca, una visita a su ambiente relajado y arenoso absolutamente vale la pena. Huacachina tiene mucho para ofrecer los turistas, y esperamos verlos acá pronto y ayudarles con cualquier pregunta que puedan tener.
Ubicado aproximadamente a 5 horas al sur de lima, Huacachina se encuentra ubicada a solo 3 kilómetros del centro de la ciudad de Ica. Huacachina recibe una gran cantidad de turistas extranjeros y nacionales que vienen por dos razones fundamentales: algunos desean relajarse y disfrutar de un ambiente agradable y tranquilo bajo el cálido sol, y otros se antojan prefieren la adrenalina de subir las dunas en carros areneros (tubulares) y hacer "sandboard", deporte que consta en deslizarse por las dunas sobre una tabla.
La época dorada de Huacachina data desde 1920 hasta 1950 cuando personas adineradas vinieron de todos rincones del Perú para bañarse en sus aguas, pues se consideraba que poseían propiedades medicinales. Actualmente es claro que la época lujosa quedó en el pasado, y el lugar tiene una apariencia algo distinta porque muchos edificios coloniales no se preservaron bien. Pero no se equivoque: Nunca en la historia de Huacachina se han visto tantos turistas como ahora: es un punto clave para cientos de miles de turistas que año a año visitan este lugar.
Aunque Huacachina es menos famosa que Machu Picchu, Cuzco, y el Lago Titicaca, una visita a su ambiente relajado y arenoso absolutamente vale la pena. Huacachina tiene mucho para ofrecer los turistas, y esperamos verlos acá pronto y ayudarles con cualquier pregunta que puedan tener.
Hay varios versiones de la leyenda acerca de la creación de
Huacachina, y normalmente cuentan asi: Hace siglos había una hermosa princesa Inca que estaba
caminando en el desierto, cerca de su casa. Ella andaba con su espejito, donde
ella siempre se miro a su hermoso reflejo. Pero cuando ella subió el espejo, de
repente vio un hombre detrás de ella, mirándole desde muy cerca. Asustado, ella
dejo caer el espejo y cuando se había roto, los pedazos de vidrio se
converieron en la laguna de Huacachina.
En esto punto de la leyenda, los versiones toman rutas
diferentes:
Un versión dice que la princesa empezó a huir del lugar, con
su manta rascando al suelo. Eso causo la creación de las dunas que alardean el
oasis. Otra versión dice que la mujer se quedo en el oasis, y se convertido en
una sirena. Cada año, cuando una persona sin suerte se ahoga en el oasis, la gente
dice que la sirena lo ha jalado.
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Estación Paracas
Luego de unos dias en Lima, partimos rumbo a Pisco para luego
terminar el viaje en Paracas, ciudad donde desembarcó San Martín. La ciudad de Paracas que
(en quechua: para, ‘(lluvia) y Aco, arena, Paraaco "lluvia
de arena" castellanizado a "Paracas"’) es una localidad portuaria
de la costa sur del Perú, capital del homónimo distrito, en la provincia
de Pisco, dentro del departamento de Ica.
Pero nuestra visita tuvo la intención que Leo se bañe en el
Pacífico pero el frío y los vientos fuertes solo permitieron que se moje los
pies. Para ello, nos alojamos en Wily´s House por 10 soles cada uno con cocina
y TV.
En nuestra estadía, vivimos con armonía los atardeceres en
rondas de mates y contemplamos la intensa geografía que rodea la ciudad.
Justamente, alquilamos unas bicicletas y fuimos rodando hasta la Reserva Natural
de Paracas que fue creada en 1975 con el
fin de conservar una porción del mar y del desierto del Perú, dando protección
a las diversas especies de flora y fauna silvestres que ahí viven.
La entrada al Parque cuesta un valor de 10 soles por persona
pero Gonzalo habló con los boleteros y pagamos 5 soles cada uno. Con el viento
en contra y algunas cuestas en el trayecto, decidimos recorrer 16 km y
descansar en la playa roja.
Aquí, nos dejamos llevar por el viento y comimos algunas frutas y tomamos
unos mates para luego retomar el camino de vuelta. En tanto, en la reserva, existen y observamos una gran
variedad de peces, como el lenguado, tollo blanco, bonito, tramboyo, raya,
chita, sardina, mero, pampanito, anchoveta, corvina, lorna, pejerrey, jurel,
liza, machete y las sardinas.
Pero quizás el último día, el cual vivimos la final del
mundial, quedará guardado para siempre. La malegría envolvió nuestros cuerpos
cuando el alemán vulneró al portero argentino y las chances de volver a gritar
campeón se disolvían como el tiempo.
En fin, nuestro destino que es viajar no lo frenaría una
pasión futbolera por tanto, armamos las mochilas para partir rumbo a la nueva
estación…
Desembarco de San Martín:
El llamado Desembarco de San Martín marca el
comienzo de una serie de episodios de la historia peruana de gran
significación para la organización política que adoptaría la Sudamérica independiente.
El 20 de agosto de 1820, partió de Valparaíso, Chile,
con destino al Perú, la Expedición Libertadora del Perú al mando
del generalísimo José de San Martín.
El desembarco se produjo sin novedad en la bahía de
Paracas en la mañana del 8 de septiembre. Tomó varias horas el
cuidadoso arribo a tierra de las tropas, municiones y artillería. Al momento
del arribo un pelotón de caballería del virrey que custodiaba el
lugar huyó hacia el norte. En la ciudad de Pisco hizo otro tanto el
jefe militar español de la plaza, coronel Químper.
San Martín instaló su estado mayor en una
antigua casona ubicada a menos de 50 metros de la plaza mayor. Allí trabajó y
residió durante algunos días, definiendo la estrategia militar a seguir en
suelo peruano y complementariamente vislumbrando lo que sería la primera bandera y
el primer escudo del Perú independiente.
Antes de caer la noche del 8 de septiembre, mediante
una imprenta portátil perteneciente a su ejército, San Martín emitió su primera
proclama desde suelo peruano, firmada:
“San Martín. Cuartel general del Ejército Libertador en
Pisco. Septiembre 8 de 1820. Primer día de la libertad del Perú..."
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domingo, 20 de julio de 2014
Estación Lima
Arribamos a la capital peruana bien temprano, cuando el sol todavía remolón, comenzaba a abrir sus brazos sobre la ciudad limeña. Desde Trujillo, tomamos un bus directo por 80 soles ($286) que nos dejó en la terminal.
Lima está ubicada en la costa central del país, a orillas
del océano Pacífico, conformando una extensa y populosa área urbana conocida
como Lima Metropolitana, flanqueada por el desierto costero y extendida sobre
los valles de los ríos Chillón, Rímac y Lurín.
Con el sol naciente, caminamos unas quince cuadras hasta la
plaza San Martin, en búsqueda de un hospedaje que se amigara con nuestro
presupuesto.
Muchos amigos nos habían advertido de la ferocidad de esta
ciudad que se disputa con la gran Cusco, el derecho a la identidad incaica.
Desamparados por sus avenidas grises, caminamos casi tres horas sin poder
encontrar un hospedaje en el cual pasar la noche. Cuando creímos abrazar el
milagro del cobijo, en un hotel cercano a la plaza, el recepcionista tuvo una
fuerte discusión con Tama que derivó en la expulsión de ambos yiramundis de la
“majestuosidad” de su amparo nocturno.
Impotente de bronca y congoja, Tama salió a darle revancha a
la adversidad que se manifestaba delante de sus narices y le abofeteaba la
mejilla. Finalmente conseguimos alojamiento en donde morar por cuarenta soles
la noche, en una habitación para tres con tele y baño con ducha caliente.
Allí descansamos de la inhospitalidad con la que nos
recibían nuestros hermanos peruanos. Al otro día, por la noche, nuestros brazos
abrazarían con encanto a nuestro amigo Leito en el aeropuerto internacional de
Lima. Hasta allí nos dispusimos alrededor de las nueve de la noche del martes
ocho de mayo. A las doce del dia miércoles,
recibimos al tercer yiramundi.
Hermosa fantasía, ésta de abrazar tan fuerte a un hermano
que viene a tu encuentro desde tu tierra para agasajar tu camino con su
compañía.
De regreso al hotel, tomamos un taxi desde el aeropuerto que
costó unos veinte soles. Al llegar, Leo desarmó su mochila y comenzó a
fantasear con esta realidad convertida en un sueño tangente: caminar las venas
abiertas de América Latina.
Los tres yiramundis festejaron el sueño de ver en una final
a la selección argentina después de veinticuatro años. Y así, entre tanto sueño
tejido y tangente, andamos caminando de regreso a nuestra tierra santa, en
búsqueda de tesoros que nada tienen que ver con metales preciosos o dinero vil.
Respiramos los callejones de los limeños, las expectativas fueron las mismas
que nos esperan en cualquier esquina de cualquier ciudad capital.
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viernes, 18 de julio de 2014
Estación Trujillo
La carretera, a veces, es un enemigo de sentimientos y
desencuentros. Pues, dejar Mancora tuvo un sabor amargo por la energía que
vivimos con la banda argentina, uruguayos, colombianos y otras especies de este
mundo.
Pero la inminente llegada de Leo y el próximo destino,
Trujillo, nos esperaban con ganas de encontrarnos. Así fue que partimos de la
playa a las 10 de la noche para llegar a la ciudad nombrada a media mañana.
El bus nos dejó en la panamericana o mejor dicho, nos abandonó
en la entrada de la ciudad y desde allí caminamos con las mochilas rumbo al
casco antiguo. A pocas cuadras de la plaza mayor, encontramos un hostal por 30
soles la habitación con TV y agua caliente.
Una vez ubicados, fuimos a recorrer a la tercera ciudad más
poblada de Perú, que en el año 2014 cuenta con una población estimada de
788 236 habitantes. Siendo que la fundación española de la
ciudad fue oficializada por el conquistador Francisco Pizarro el 5
de marzo de 1535 con la instalación de su primer cabildo. En 1932, se
convirtió en el escenario de la llamada “Revolución de Trujillo”.
Pero nuestra visita tenía un sentido más amplio que era ir a
la ciudad de barro más grande de América, Chan Chan y también descubrir y
conocer la cultura Moche. Para ello, fuimos al sur de la ciudad de Trujillo, a
8 km de la ciudad, dentro de la campiña de Moche.
Este complejo arqueológico fue la capital de la cultura Moche,
entre los años 400 y 600 d.C. Su extensión actual es de 120 hectáreas. Está
conformado por las huacas del Sol y la Luna, y el área urbana. Fueron los
primeros conquistadores españoles quienes le dieron los nombres de Sol y Luna,
creyendo que dichos templos habían sido construidos por los Incas en honor a
sus dos principales dioses.
Nosotros fuimos a la Huaca de la Luna, ya que la del Sol está
siendo investigada científicamente y por ende, permanece cerrada al público. El
ingreso, con el carnet de estudiante nos costó 5 soles.
Podemos decir que la huaca de la Luna, es una obra maestra
del genio creativo humano. Sus 12 mil metros cuadrados de murales polícromos
son un ejemplo destacado de la tecnología constructiva de tierra que los moches
dominaron a la perfección.
En la web www.huacasdemoche.pe se puede leer que “No tiene
referente en el mundo en términos de diseño y complejidad de sus pinturas
murales. Su riqueza iconográfica y estética es de un valor universal
excepcional que responde a un patrón que se manejó a lo largo de siete siglos.
También constituye un testimonio excepcional de la tradición cultural moche
porque en ella se materializa el poder político a través de las ideas
religiosas, donde el templo, el espacio más sagrado en la comunión entre el
hombre y sus dioses, se asocia a la montaña sagrada, escalera al mundo de las
divinidades y divinidad misma…La huaca de la Luna es en realidad un complejo
arquitectónico compuesto por dos templos sagrados con forma de pirámide trunca,
denominados Templo Viejo y Templo Nuevo, construidos completamente de tierra, a
donde solamente ingresaban personas privilegiadas, ya sea para rendirle culto a
sus dioses o para ofrendarles su vida”.
Leyenda Cultura Moche
Cuenta la leyenda que durante la “era de los gentiles”, dos
hermanos, habitantes del lugar, encontraron una pequeña serpiente de dos
cabezas a la que adoptaron, llevándosela a vivir con ellos. Este animal no era
una serpiente común, era un demonio que crecía día a día, de manera
exponencial, conforme se alimentaba. Cuando la serpiente alcanzó el tamaño de
un hombre, los habitantes del pueblo obligaron a los hermanos a deshacerse de
ella, pues ponía en peligro no sólo la vida de los animales que criaban, sino
la de los mismos vecinos. Muy a su pesar, los hermanos condujeron a la
serpiente hasta el mar donde, con engaños, la abandonaron. La serpiente, al
darse cuenta de que había sido abandonada, inició el viaje de regreso a la casa
de los hermanos.
En su camino, el ofidio de dos cabezas fue comiéndose todo
lo que encontraba a su paso, incluidos hombres y animales grandes, como las
llamas, ganando cada vez más y más tamaño. Uno de los vecinos del pueblo, la
vio venir a lo lejos y dio la alarma en el pueblo. Todos sus habitantes
emprendieron una huida que los llevó hasta las faldas del cerro que ahora se
conoce como cerro Blanco.
En el momento en que la serpiente de dos cabezas llegó a
ponerse a tiro para devorarlos, el cerro Blanco se abrió y por él entraron todos
los pobladores de la aldea, cerrándose a su paso. Cuando el peligro pasó, los
hombres salieron desde las entrañas de la montaña tras lo cual esta se cerró.
La línea negra que atraviesa el cerro Blanco sería la cicatriz que quedó tras
esta experiencia sobrenatural. Viendo que este cerro era mágico y que el dios
de la montaña les había ayudado a ocultarse de la serpiente, los hombres
construyeron en su honor el templo que ahora conocemos como la Huaca de la Luna
y vivieron a sus pies, fundándose la ciudad que ahora los arqueólogos y
conservadores tratan de entender, desentrañando sus secretos para el mundo.
Chan Chan
Por la tarde, luego de almorzar y de maravillarnos con la
cultura Moche, fuimos camino a Huanchaco para llenarnos de polvo y arena en la imponente
ciudadela de la cultura Chimú. También en esta oportunidad, abonamos la mitad
de precio e ingresamos por la suma de 5 soles.
Desde la carretera, se puede observar lo que queda de Chan
Chan (sol resplandeciente) ya que el sitio arqueológico cubre un área
aproximada de 20 kilómetros cuadrados. La zona central está formada por un
conjunto de 10 recintos amurallados (llamados "ciudadelas") y otras
pirámides solitarias. Este conjunto central, cubre un área de 6 kilómetros
cuadrados, aproximadamente. El resto, está formado por una multitud de pequeñas
estructuras mal conservadas, veredas, canales, murallas y cementerios.
Nosotros, visitamos una de las “ciudadelas” y nos quedamos anonadados
ante semejante arquitectura en arena, arcilla y barro. Las figuras en las
murallas, representan la vida que llevaban estas civilizaciones antepasadas en
donde se reflejaba el mar, la pesca, la luna, el sol y los peces, entre otras
figuras.
Según Lizardo Tavera “la ciudadela por su gran volumen y su
antiguo prestigio de haber sido la capital de un importante y rico reino, Chan
Chan ha estado presente en el interés de los viajeros e investigadores desde
hace siglos. Sin embargo, hay que hacer notar que las menciones y referencias
de este sitio en los documentos más antiguos, después de la conquista española,
son escasos, o se refieren a él como una ruina. Es por eso que se postula, que
tras la conquista Inca, Chan Chan (en un tiempo, rival del Cusco) fue saqueada
y destruida (aproximadamente en el año 1470) y cuando llegó Pizarro (1532) esta
ciudad era sólo un pálido reflejo de su viejo esplendor, habitado por pocas
personas de escasa importancia política y económica”.
Para el arqueólogo Kolata, “Chan Chan no se construyó en un
solo momento, y en base al estudio de los adobe propone 3 momentos en la
historia urbana de esta ciudad. La etapa uno, correspondería al núcleo
original, formado por las ciudadelas Uhle y Chayhuac. Posteriormente creció
hacia el oeste, con Tello y Laberinto, esta última, la primera en usar la
división tripartita de su espacio interior. En la etapa dos se construyen Gran
Chimú y las edificaciones de los sectores norte y oeste. La etapa 3 está
marcada por la construcción de las 5 ciudadelas restantes”.
Leyenda
Vino del mar, no se sabe de dónde, en una flota de balsas,
con toda su corte y guerreros, llegó a la costa norte de lo que hoy es el Perú,
en el valle de Moche y fundó un reino. Su nombre era Tacaynamo y fue el primer
soberano de Chan Chan, la ciudad más importante de Chimú. Tuvo un hijo llamado
Guacricaur, y éste, uno al que llamó Ñancempinco. Fueron diez los reyes de esta
dinastía. El último, Minchancaman fue derrotado por los Incas, quienes
destruyeron la ciudad y dividieron al reyno. Así cuenta la leyenda de
Tacaynamo, recogida en el documento "Historia Anónima" escrita en
1604 por algún cronista español, que narra la fundación de Chan Chan y del
reino de Chimor.
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sábado, 12 de julio de 2014
Estación Mancora
El sol matutino quebraba la soledad del asfalto sobre la
Panamericana, caminamos cinco cuadras hasta el “Camping de Tito” y allí moramos
doce días a diez soles cada uno. Armamos nuestra carpa y tomamos unos mates. El
lugar cuenta con cocina, un ambiente común con hamacas y televisión, baños con
ducha y un patio central que une las distintas galerías techadas donde se arman
las carpas. Cubren la totalidad del espacio, miles de granos de arena que
ambientan la calidez del camping, ubicado a una cuadra del mar.
Ubicados y relajados, salimos a recorrer las callecitas de
este pueblo que alguna vez supo verse ahogado por el pacífico bravío que se
enoja salvajemente durante la corriente del niño.
Trascendental destino, éste que nos encontró en tierras
ancestrales cuyas melodías se revelan a orillas de un mar cálido y verde. La
energía fluye sobre arenas y piedras incaicas que despertaron en nuestros
espíritus, nuestros más profundos sentimientos de hermandad y encuentro con
nosotros mismos.
Allí, construimos cimientos de amistad que se tejieron entre
mates, guitarras, tambores y melodías diurnas. Muchos fogones fueron testigos
de charlas a orillas del mar, entre guitarras y buena hierba.
Trece soles alumbraron nuestros días: Oski, Ale, Tony, Ema,
Facu, “el Parce” Nelson, Nico “la rubia”, Tavo, Flor, Sergio, Kyle, los
uruguayos Noe y Nico. En inmensa comunidad fuimos concertando verdades
supremas, ésas que los libros son incapaces de relatar. Verdades que emergen
del alma descuidadamente y nos marcan para el resto de la vida.
Mis treinta años: La Pacha me regaló un sol radiante.
Mi compañero de vida, un beso de desayuno y a lo largo de una mesa, doce amigos
llenaron mi día de sonrisas y abrazos cálidos. Cuando la luna se asomó en el
firmamento limpio, el fuego se encendió en el horno de barro y cenamos pizzas,
de entradas más sonrisas y música de postre. La hermandad fue la protagonista
de la jornada y a la luz de una vela encendida me desearon felicidad y un nuevo
año de vida.
Testigos fueron las callecitas de Mancora y las orillas del
mar, testigos las palabras en una noche estrellada. Testigos los atardeceres
naranjas mientras la redonda rodaba sobre la arena, testigos los dioses
ancestrales que nos reconocieron en esta comunión. En el ritual llevado a cabo
cada mañana, los mates endulzaban horas de arte, enredados en alpaca e hilos de
colores. Tejieron cimientos las cuerdas de una guitarra y los tambores
resonantes de un cajón peruano. Enlazados en la indescriptible inmensidad de la
luz, sabíamos que nos sentíamos familia, que construíamos en cada almuerzo,
sentados en una mesa larga, comida que alimentaba nuestros cuerpos y también
nuestras almas. Caminamos rendidos a los pies del camino, rodando como niños
sobre un medano muy alto. Cada jornada se vistió de risas y anécdotas,
confesiones de vida y lágrimas y cariño.
Sin encontrar mayor respuesta que la causalidad el mejor
paisaje que nos regaló la Pacha fue esta familia de locos lindos, seres de luz
que nos hicieron inmensos.
Amaneció el día de la despedida y un nudo en la garganta
oprimía el pecho. A la nochecita nos despedimos de cada uno de nuestros hermanos,
nos abrazamos como si fuese el último abrazo pero también el primero. Buenos
deseos, buen camino, buena vida al regreso:-“Nos vamos a volver a ver”- nos
dijimos al unísono, sabiendo que significaba algo más que un simple deseo.
El bus con destino a Trujillo paró sobre la calle a las diez
de la noche. Abrazamos a Nico, a Noe y a Sergio Y emprendimos viaje camino
hacia el sur.
La serenidad que trasciende al tiempo y al propio espíritu
se encuentra cuando logramos alcanzar ese punto máximo de entendimiento: cuando
comprendemos que no somos sin los otros más ellos nos complementan y nos
trascienden. Entonces la serenidad se vuelve plena. Magia, diversidad,
autonomía, felicidad, tristeza, alegría, fraternidad. Familia.
martes, 8 de julio de 2014
Estación Playa El Ñuro
Pepe, un amigo argentino del camino, nos obligó a escribir
en nuestro cuaderno de viajes la playa El Ñuro, hasta ese entonces desconocida
para nuestro mapa de viajes.
La web viva mancora.com vende en su portal a Ñuro como "Hermosa
playa de tortugas marinas y aguas turquesas… Ubicada a 23 kms al sur de
Máncora, está hermosa playa es la continuación natural del balneario de Los
Órganos (7 kms)… Conocida también como “caleta El Ñuro”, este pequeño pueblo
pesquero de no más de mil habitantes, goza de una playa espectacular, donde el
desierto costero se adhiere al mar turquesa en bellas formas y colores.
Además de un muelle artesanal para los pescadores locales y ya varias casas de playa para rentar, El Ñuro ha destacado estos últimos años por sus tortugas marinas, una atracción de verdad impresionante, donde incluso desde el muelle de la localidad es posible verlas claramente en grupos acercándose a los pescadores cuando éstos lanzan carnada al mar. Además es posible verlas buceando o desde alguna embarcación, varios tour operadores ofrecen tours relacionados con estos bellos y tranquilos animales."
Además de un muelle artesanal para los pescadores locales y ya varias casas de playa para rentar, El Ñuro ha destacado estos últimos años por sus tortugas marinas, una atracción de verdad impresionante, donde incluso desde el muelle de la localidad es posible verlas claramente en grupos acercándose a los pescadores cuando éstos lanzan carnada al mar. Además es posible verlas buceando o desde alguna embarcación, varios tour operadores ofrecen tours relacionados con estos bellos y tranquilos animales."
Y así fue ya instalado en Máncora, decidimos partir hacia
aquella playa solitaria pero a su vez, ocupada por pesqueros y tortugas
gigantes en su mar. Con nosotros, se sumaron dos parceros, Sergio y Nico. Para
llegar a encontrarnos con estos quelonioideos tomamos el bus EPPO hacia Órganos
por s/ 1,50 cada uno y al llegar a la terminal, acudimos a una moto taxi que
por s/ 3 cada uno nos dejó en el mismo muelle de la playa.
Y con grata sorpresa nos encontramos, ya que la entrada al
mismo tiene un valor de s/5 soles por persona pero como estaban de festejo por
el día del santo de los hombres de mar, San Pedro, no había que abonar el
ticket.
Por entonces, llegamos a la punta del espigón y una altura
de casi 4 metros nos separaba del mar y de las tortugas. Y había que tomar
envión y animarse a tirarse a nadar con ellas. Nico, que ya había visitado el
lugar, fue el primero en zambullirse y para no ser menos, Gonzalo lo siguió y
posteriormente Sergio y el parce. Tamara, se quedó desde arriba sacando
fotografías y gritando para avisar cada vez que una tortuga se acercaba a la
humanidad de los nadadores.
Sin dudas, fue una experiencia irrepetible y por muy bajo
costo económico, sabiendo que por voces de los pescadores “estas tortugas son
las mismas que están en Galápagos”. Nosotros, como a lo largo del viaje,
buscamos la alternativa de los viajes patentados por agencias para no ser un
número más del Mercado.
Sin dudas, El Ñuro, tiene algo de salvaje, de olvidado, de
ausente. Los pescadores le dan vida a la playa y las tortugas le dan atractivo
al lugar y además, los cerros que miran al mar están para aquellos que quieran
dejarlo todo y simplemente contemplar el horizonte lejano.
Radio Yiramundi, sumergidos con tortugas.
viernes, 4 de julio de 2014
Estación Baños de Agua Santa
Llegamos temprano a la hermosa
ciudad de Baños de agua santa ubicada en las faldas del volcán Tungurahua una
altura de 1820 metros (msnm), muy próximo al centro geométrico del territorio
ecuatoriano.
Paramos en la terminal después de tres horas de viaje desde Ambato. Estábamos cansados, Gonza se quedo en la terminal y Tama salió a buscar alojamiento. Las callecitas medias, gastadas y alegres se recuestan a lo largo y ancho de un hermoso bosque que abraza al “agua santa”.
Paramos en la terminal después de tres horas de viaje desde Ambato. Estábamos cansados, Gonza se quedo en la terminal y Tama salió a buscar alojamiento. Las callecitas medias, gastadas y alegres se recuestan a lo largo y ancho de un hermoso bosque que abraza al “agua santa”.
Desde la terminal, Tama caminó
cinco cuadras y llegó a una rotonda en cuyo centro brillaba una palmera. Sobre
la mano derecha se encontraba el Hostal Cañalimeña a un costo de diez dólares la
noche para los dos, con baño privado y tv con cable además de cocina y comedor común.
Ramiro nos recibió con una enorme sonrisa y resultó ser un muy buen compañero
de estadía durante nuestros días en la ciudad.
Baños nos sorprendió con un
paisaje maravilloso al igual que el resto de los paisajes de nuestra hermana Ecuatoriana.
Al mediodía del segundo día, abonamos un tour (diez dólares) que nos llevó a
recorrer “la ruta de las cascadas” formada
por siete vertientes que constituyen un cinturón de agua que rodea los bosques
bañenses: - “Sus aguas son santas”- aseguran los pobladores con una devoción inquebrantable.
De estas “aguas santas”, la madre
de todas ellas es la llamada “Pailón del Diablo” en homenaje a una antigua
leyenda local según la cual, en tiempos remotos, una bestia salvaje impedía el cruce
del puente peatonal hacia el otro lado de la cascada a los habitantes de la
rivera- Cansados y temerosos, recurrieron a un brujo, quien con cantos y
rituales, espantó a la bestia la cual resultó ser el ángel caído de los cielos
y el preferido de Dios según Dr Faustus.-
En camino de descenso, las aguas
de Lucifer llenan de vida los verdes de la Pacha- Su naciente se viste de
blanco espeso y la música que emana de sus rompientes ensordece los oídos dulcemente.
Cuarenta minutos demora la caminata hasta las profundidades de la cascada, en
un recorrido que deja en estado de éxtasis a los cinco sentidos. Partimos de
regreso después de tres horas de paseo, cenamos unos ricos canelones y nos
fuimos a dormir.
Al otro día, el sol nos despertó
con regocijo. Preparamos nuestras mochilas y partimos de Ecuador camino recto
hacia Perú. Nos despedimos de la tierra del “verde” a las seis de la tarde.
Subimos a un bus con destino a Riobamba (cuatro dólares). En una calle semi
alumbrada, el bus paró para traspasar nuestras mochilas a otro ómnibus que nos
dejaría en Machala, última ciudad hasta llegar a Huaquillas, paso continuo a la
frontera peruana. Firmamos nuestros pasaportes y dimos la salida de territorio
ecuatoriano.
Dice asi el final de un discurso
de Rafael Correa "Desde que se
inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la
imprenta”
A su salud, camarada eterno. En
Mancora, una familia nos estaba esperando para darnos la bienvenida.
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