viernes, 18 de julio de 2014

Estación Trujillo

La carretera, a veces, es un enemigo de sentimientos y desencuentros. Pues, dejar Mancora tuvo un sabor amargo por la energía que vivimos con la banda argentina, uruguayos, colombianos y otras especies de este mundo.


Pero la inminente llegada de Leo y el próximo destino, Trujillo, nos esperaban con ganas de encontrarnos. Así fue que partimos de la playa a las 10 de la noche para llegar a la ciudad nombrada a media mañana.
El bus nos dejó en la panamericana o mejor dicho, nos abandonó en la entrada de la ciudad y desde allí caminamos con las mochilas rumbo al casco antiguo. A pocas cuadras de la plaza mayor, encontramos un hostal por 30 soles la habitación con TV y agua caliente.
Una vez ubicados, fuimos a recorrer a la tercera ciudad más poblada de Perú, que en el año 2014 cuenta con una población estimada de 788 236 habitantes. Siendo que la fundación española de la ciudad fue oficializada por el conquistador Francisco Pizarro el 5 de marzo de 1535 con la instalación de su primer cabildo. En 1932, se convirtió en el escenario de la llamada “Revolución de Trujillo”.
Pero nuestra visita tenía un sentido más amplio que era ir a la ciudad de barro más grande de América, Chan Chan y también descubrir y conocer la cultura Moche. Para ello, fuimos al sur de la ciudad de Trujillo, a 8 km de la ciudad, dentro de la campiña de Moche.
Este complejo arqueológico fue la capital de la cultura Moche, entre los años 400 y 600 d.C. Su extensión actual es de 120 hectáreas. Está conformado por las huacas del Sol y la Luna, y el área urbana. Fueron los primeros conquistadores españoles quienes le dieron los nombres de Sol y Luna, creyendo que dichos templos habían sido construidos por los Incas en honor a sus dos principales dioses.
Nosotros fuimos a la Huaca de la Luna, ya que la del Sol está siendo investigada científicamente y por ende, permanece cerrada al público. El ingreso, con el carnet de estudiante nos costó 5 soles.
Podemos decir que la huaca de la Luna, es una obra maestra del genio creativo humano. Sus 12 mil metros cuadrados de murales polícromos son un ejemplo destacado de la tecnología constructiva de tierra que los moches dominaron a la perfección. 

En la web www.huacasdemoche.pe se puede leer que “No tiene referente en el mundo en términos de diseño y complejidad de sus pinturas murales. Su riqueza iconográfica y estética es de un valor universal excepcional que responde a un patrón que se manejó a lo largo de siete siglos. También constituye un testimonio excepcional de la tradición cultural moche porque en ella se materializa el poder político a través de las ideas religiosas, donde el templo, el espacio más sagrado en la comunión entre el hombre y sus dioses, se asocia a la montaña sagrada, escalera al mundo de las divinidades y divinidad misma…La huaca de la Luna es en realidad un complejo arquitectónico compuesto por dos templos sagrados con forma de pirámide trunca, denominados Templo Viejo y Templo Nuevo, construidos completamente de tierra, a donde solamente ingresaban personas privilegiadas, ya sea para rendirle culto a sus dioses o para ofrendarles su vida”.

Leyenda Cultura Moche

Cuenta la leyenda que durante la “era de los gentiles”, dos hermanos, habitantes del lugar, encontraron una pequeña serpiente de dos cabezas a la que adoptaron, llevándosela a vivir con ellos. Este animal no era una serpiente común, era un demonio que crecía día a día, de manera exponencial, conforme se alimentaba. Cuando la serpiente alcanzó el tamaño de un hombre, los habitantes del pueblo obligaron a los hermanos a deshacerse de ella, pues ponía en peligro no sólo la vida de los animales que criaban, sino la de los mismos vecinos. Muy a su pesar, los hermanos condujeron a la serpiente hasta el mar donde, con engaños, la abandonaron. La serpiente, al darse cuenta de que había sido abandonada, inició el viaje de regreso a la casa de los hermanos.

En su camino, el ofidio de dos cabezas fue comiéndose todo lo que encontraba a su paso, incluidos hombres y animales grandes, como las llamas, ganando cada vez más y más tamaño. Uno de los vecinos del pueblo, la vio venir a lo lejos y dio la alarma en el pueblo. Todos sus habitantes emprendieron una huida que los llevó hasta las faldas del cerro que ahora se conoce como cerro Blanco.
En el momento en que la serpiente de dos cabezas llegó a ponerse a tiro para devorarlos, el cerro Blanco se abrió y por él entraron todos los pobladores de la aldea, cerrándose a su paso. Cuando el peligro pasó, los hombres salieron desde las entrañas de la montaña tras lo cual esta se cerró. La línea negra que atraviesa el cerro Blanco sería la cicatriz que quedó tras esta experiencia sobrenatural. Viendo que este cerro era mágico y que el dios de la montaña les había ayudado a ocultarse de la serpiente, los hombres construyeron en su honor el templo que ahora conocemos como la Huaca de la Luna y vivieron a sus pies, fundándose la ciudad que ahora los arqueólogos y conservadores tratan de entender, desentrañando sus secretos para el mundo.

Chan Chan

Por la tarde, luego de almorzar y de maravillarnos con la cultura Moche, fuimos camino a Huanchaco para llenarnos de polvo y arena en la imponente ciudadela de la cultura Chimú. También en esta oportunidad, abonamos la mitad de precio e ingresamos por la suma de 5 soles.



Desde la carretera, se puede observar lo que queda de Chan Chan (sol resplandeciente) ya que el sitio arqueológico cubre un área aproximada de 20 kilómetros cuadrados. La zona central está formada por un conjunto de 10 recintos amurallados (llamados "ciudadelas") y otras pirámides solitarias. Este conjunto central, cubre un área de 6 kilómetros cuadrados, aproximadamente. El resto, está formado por una multitud de pequeñas estructuras mal conservadas, veredas, canales, murallas y cementerios.
Nosotros, visitamos una de las “ciudadelas” y nos quedamos anonadados ante semejante arquitectura en arena, arcilla y barro. Las figuras en las murallas, representan la vida que llevaban estas civilizaciones antepasadas en donde se reflejaba el mar, la pesca, la luna, el sol y los peces, entre otras figuras.
Según Lizardo Tavera “la ciudadela por su gran volumen y su antiguo prestigio de haber sido la capital de un importante y rico reino, Chan Chan ha estado presente en el interés de los viajeros e investigadores desde hace siglos. Sin embargo, hay que hacer notar que las menciones y referencias de este sitio en los documentos más antiguos, después de la conquista española, son escasos, o se refieren a él como una ruina. Es por eso que se postula, que tras la conquista Inca, Chan Chan (en un tiempo, rival del Cusco) fue saqueada y destruida (aproximadamente en el año 1470) y cuando llegó Pizarro (1532) esta ciudad era sólo un pálido reflejo de su viejo esplendor, habitado por pocas personas de escasa importancia política y económica”.
Para el arqueólogo Kolata, “Chan Chan no se construyó en un solo momento, y en base al estudio de los adobe propone 3 momentos en la historia urbana de esta ciudad. La etapa uno, correspondería al núcleo original, formado por las ciudadelas Uhle y Chayhuac. Posteriormente creció hacia el oeste, con Tello y Laberinto, esta última, la primera en usar la división tripartita de su espacio interior. En la etapa dos se construyen Gran Chimú y las edificaciones de los sectores norte y oeste. La etapa 3 está marcada por la construcción de las 5 ciudadelas restantes”.

Leyenda

Vino del mar, no se sabe de dónde, en una flota de balsas, con toda su corte y guerreros, llegó a la costa norte de lo que hoy es el Perú, en el valle de Moche y fundó un reino. Su nombre era Tacaynamo y fue el primer soberano de Chan Chan, la ciudad más importante de Chimú. Tuvo un hijo llamado Guacricaur, y éste, uno al que llamó Ñancempinco. Fueron diez los reyes de esta dinastía. El último, Minchancaman fue derrotado por los Incas, quienes destruyeron la ciudad y dividieron al reyno. Así cuenta la leyenda de Tacaynamo, recogida en el documento "Historia Anónima" escrita en 1604 por algún cronista español, que narra la fundación de Chan Chan y del reino de Chimor.

Próxima Estación, Lima…

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