viernes, 27 de marzo de 2015

Estación Piriapolis

“No vale la pena vivir para ganar, vale la pena vivir para seguir tu conciencia”… 
Mientras, en el mundo nos inducen al egoísmo.
Yiramundi

Fuimos a Piriapolis con la iniciativa de conocer otras playas y para caminar el Cerro Pan de Azúcar. Pues Nico, nos había adelantando con lo que nos íbamos a encontrar y fuimos en busca de la aventura.
En manos de Nico, agarramos la carretera y fuimos mirando los lugares que habíamos recorrido unos días atrás en bicicleta. La ciudad, que tiene un entorno de más de 25 kilómetros de playa, nos empezó a ofrecer una gran variedad de vegetación y éxtasis para los ojos. 
A priori, estacionamos en la base del Cerro Pan de Azúcar. Y como lo describe priapolis.com es inconfundible por sus paredes de piedra y la cruz de 35 m de altura que se encuentra en su cima, el Cerro se hace visible desde casi todos los rincones de Piriápolis.
En la base del cerro se encuentra una de las reservas de fauna y flora autóctona más importantes del Uruguay. Según la web “Allí se encuentran en su habitat natural, animales autóctonos del Uruguay, en muchos casos, especies extinguidas o en peligro de extinción. En ella se ha llevado adelante con éxito el proyecto de reproducción y cría en cautiverio del venado de campo”. 
Nosotros, después de recorrer algunos senderos y con un calor agobiante para la caminata, empezamos a subir sus más de 380 mts. de altura por senderos entre bosques y piedras, con adecuada señalización.
Una vista panorámica, un descanso y unos besos al viento, fueron los que nos depararon en la cima. Marcos, una vez arriba, llego hasta los brazos de la cruz.
Después del descenso, seguimos ruta hacia la mar llegando a la Rambla de los Argentinos, una avenida costanera que toma su nombre de los clientes mayoritarios de los hoteles del fundador de la ciudad, Francisco Piria. 
Y allí vajamos, en la playa del centro, que es sin dudas la más popular y concurrida de la ciudad. En donde los deportes acuáticos abundan en sus aguas. La web de Priapolis, afirma que está dividida por espigones para frenar la acción del mar sobre la arena ya que es la playa más “movida” de Piriápolis.
Nosotros, en cambio, disfrutamos de su tranquilidad y observamos el ocaso del sol. Donde los “locales” se acercan horas o minutos antes para contemplarlo. Los aplausos y los gritos, se hacen gritos de guerra cuando la estrella de luz se esconde en las aguas del atlántico.
Lindo atardecer, de playa y sol. De amistad y compañerismo. Lindo día, como son en definitiva, los días en viaje.

Próxima Estación… Punta del Diablo

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