A veces, los lugares más insólitos cargan con historias profundas. En las afueras de Stanley, casi sin quererlo, llegamos a Cape Pembroke Racecourse, el antiguo hipódromo que, una vez al año, se convierte en centro de festejos para la comunidad isleña durante el Día de la Carrera. A simple vista, parece solo un terreno llano, cubierto de pasto, cruzado por el viento helado del sur. Pero esa tierra pisó la historia en un día inolvidable: el 28 de septiembre de 1966, cuando un avión argentino aterrizó allí como parte del Operativo Cóndor.
La escena fue tan insólita como valiente: dieciocho jóvenes argentinos, integrantes de la Resistencia Peronista y liderados por Dardo Cabo, desviaron un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas que iba rumbo a Río Gallegos. El avión, un Douglas DC-4, terminó posándose sobre esta misma pista donde antes galopaban caballos. A bordo no llevaban armas, pero sí un propósito político claro: reivindicar la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
En cuanto aterrizaron, los jóvenes bajaron con banderas argentinas, improvisaron un acto y declararon que las islas volvían a ser argentinas. Era un gesto simbólico, patriótico, cargado de mística y convicción. El Operativo Cóndor no pretendía una ocupación militar, sino un acto de afirmación soberana frente a la ocupación británica que perduraba desde 1833.
Las autoridades británicas no tardaron en responder. Los protagonistas del operativo fueron detenidos sin violencia y, tras negociaciones, enviados de regreso a Argentina. Allí fueron procesados, y más tarde recibieron penas reducidas o amnistía. Pero lo que dejaron marcado fue más duradero que cualquier castigo: la recuperación de Malvinas como causa nacional volvió a instalarse con fuerza en la conciencia del pueblo argentino.
Mientras caminábamos sobre la pista, el viento nos hablaba de aquel día. No había placas, ni banderas, ni recuerdos visibles. Solo el paisaje despojado y frío. Pero nosotros sabíamos lo que había pasado. Sabíamos que esa pista fue, por un momento, la más patriótica de toda la Argentina.
El Operativo Cóndor no cambió el mapa, pero sí removió la historia. Con él, quedó claro que la soberanía no siempre se defiende con armas, sino también con coraje y con convicción. Y ese gesto, casi poético, de hacer aterrizar un avión civil en el corazón del territorio en disputa, sigue siendo un hito en la larga lucha por la memoria y la soberanía nacional.
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